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En la última edición de Sin Fronteras analizamos las variables que contribuyeron al volátil comportamiento de los mercados bursátiles en el 2020. En este análisis, destacamos que el principal factor detrás del buen desempeño del S&P 500 fue la gran ola de liquidez creada por los principales bancos centrales y el desplome en las tasas de interés.

Estas dos variables, aunadas a los apoyos fiscales y la expectativa de la llegada de la vacuna, permitieron a los inversionistas descontar un escenario optimista a pesar de la peor crisis económica en casi 100 años. Esta situación se tradujo en un fuerte incremento en los múltiplos de valuación del mercado, incluyendo el múltiplo precio/utilidad (P/U) ante el alza de los precios y la fuerte caída en las utilidades durante el 2020.

La expansión en los múltiplos simplemente refleja que los inversionistas descontaron el 2020 como un año extraordinario y que esperan un 2021 con una fuerte recuperación en los resultados de las empresas.

Asimismo, un mayor múltiplo demuestra que los inversionistas están dispuestos a pagar más por las mismas empresas, reflejando un mayor apetito al riesgo ante la expectativa de que la tasa libre de riesgo se mantendrá en los niveles actuales por un tiempo considerable.

La tasa libre de riesgo no es más que la que se puede obtener al invertir en instrumentos de renta fija de corto plazo de la más alta calidad crediticia, como los bonos del Tesoro en Estados Unidos o Alemania. Las tasas que pagan estos bonos son, en el mejor de los casos iguales a cero y en muchos casos negativas.

Esta situación genera un inusitado flujo de recursos hacia instrumentos de mayor riesgo, como las acciones, commodities, e inclusive criptomonedas, en búsqueda de rendimientos.

A pesar de un incremento de 16% en el índice S&P 500 en el 2020 y una reducción en el reparto de dividendos en muchas empresas, los dividendos pagados por las empresas que componen el S&P 500 representaron un rendimiento de 1.5%, lo cual es considerablemente superior a la tasa de 0.1% que paga el bono del Tesoro a un año e inclusive por arriba de la tasa de 1.1% que paga el bono del Tesoro a 10, que llegó a tocar un mínimo de 0.54% en julio del año pasado.

Es por esto que, a pesar de de que los múltiplos de valuación están en máximos históricos, los especialistas anticipan un alza de aproximadamente 7% en el índice S&P 500 durante el 2021. Sin embargo, en estos primeros 25 días del año el S&P 500 ha subido poco más de 3%, lo cual lo ubica cerca del objetivo de fin de año de 4,000 puntos. El mercado parece complaciente y algunos observadores han comenzado a hablar de la clara gestación de una burbuja.

Aunque cuesta trabajo pensar en un escenario más optimista, algunas corredurías, como Goldman Sachs y Morgan Stanley consideran que existe un escenario aún más bullish con la posibilidad de que el S&P 500 llegue a un nivel cercano a los 4,200 puntos impulsado por la liquidez, la vacuna y los estímulos fiscales.

A pesar del optimismo, no debemos descartar escenarios menos positivos. El mercado es vulnerable a un alza en las tasas de interés de largo plazo, a un repunte inflacionario que pudiera poner presión a los bancos centrales para comenzar a normalizar sus políticas monetarias antes de lo esperado y a un rezago en la logística mundial de vacunación que pudiera obligar a nuevas interrupciones en la actividad económica.