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El historiador Santiago Portilla me hace llegar sus comentarios sobre mis columnas dedicadas al estado de nuestra palabra pública, la de los medios y la de la autoridad (MILENIO Diario, 26 y 27 de agosto 2015).

Dice esto:

“Antonio Machado tiene los siguientes versos: ‘A quien nos justifica nuestra desconfianza / llamamos enemigo, ladrón de una esperanza’.

“Por desgracia, la prensa en estos tiempos de democracia y mercado crudo vive justamente de justificar y promover la desconfianza, no solo porque se dedica a encontrar cuanta falla sea posible en un gobierno con tantas como las tiene el mexicano, sino porque hace muy poco para equilibrar esta visión negativa de las cosas públicas con muchas otras positivas que también son obra del poder público.

“Los medios buscan provocar inquietud y angustia, porque cuando nos angustiamos por alguna supuesta amenaza vemos o escuchamos más noticieros y compramos más periódicos y revistas para informarnos presuntamente mejor.

“Quien más angustia a su público, más vende. Es la lógica del tabloide, y ahora de los medios comerciales, con muy pocas excepciones.

“Por lo que hace a la palabra de la autoridad: el gobierno no hace más que campañas publicitarias recomendadas por los doctores de las encuestas, que se limitan a una presentación atractiva, con algún lema pegajoso y por lo general vacíos de contenido.

“Después de muchos años de observar de cerca la comunicación gubernamental he llegado a la conclusión de que el Estado no sabe hablar como Estado. En algún momento supo utilizar las armas represivas del Estado, pero esto ya no es redituable en tiempos de democracia, y no sabe qué hacer.

“Todavía intentan controlar a los medios, pero esto es cada vez más difícil y costoso, o de plano amedrentarlos como se hace todavía en muchos estados.

“Pero nomás no se les da dirigirse a la gente y explicarse como Estado, y específicamente como Estado democrático, que dialoga, que reconoce los hechos de la realidad, que reivindica sus propias capacidades, que rebate a sus críticos con razones y acciones. Su regla de oro es no decir nada ‘negativo’, aunque la gente todo lo vea negativo”.

Suscribo estas opiniones.

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