Elecciones 2024
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La iniciativa de fusionar las comisiones federales de Competencia Económica y Reguladora de Energía con el Instituto Federal de Telecomunicaciones equivale a pretender que se satisfaga el apetito, en este caso “de ahorro”, batiendo una comida tan típica como la de cualquier fonda en un mercado popular: sopa de codito, arroz (con o sin plátanos fritos o huevo), guisado, frijoles, tortillas, agua de jamaica o tamarindo y, al gusto, el postre de gelatina o flan. Todo a la licuadora y ¿buen provecho?

No sorprende que la idea le guste al Presidente, sobre todo porque podría disponer de otros 500 millones de pesos para sus proyectos en general, y en especial para sus programas clientelares, pero pasma que la ocurrencia de este potaje nauseabundo sea de Ricardo Monreal, uno de los cuadros más inteligentes de la cada vez menos factible cuarta gran transformación.

El senador sugiere que del cascajo de esas tres instancias nazca un Instituto Nacional de Mercados y Competencia para el Bienestar (apellido éste de risa porque, como en el de Salud que sepultó al Seguro Popular, ni modo que fuera para el Malestar).

Su oferta es que el costo de las operaciones que Ifetel, Cofece y CRE vienen realizando, resultará más barato, porque el engendro que propone contará con tan solo cinco comisionados, que serán mañosamente nombrados por el Senado (de mayoría morenista) y el Presidente de la República.

Y desliza un par de tips para que (como sucedió con el CRE) cualquier ignorante forme parte del quinteto: se eliminan los comités de selección… ¡y los exámenes especializados!

De aprobarse, desaparecerán 24 direcciones y serán despedidos 17 comisionados y 440 trabajadores.

Monreal se inspira en la fallida práctica española.

Para efectos prácticos, aunque la CRE y el Ifetel se ocupen de redes, ¿qué diablos tienen que ver las telecomunicaciones con las energías eléctrica y de hidrocarburos? ¿Y qué pitos pueden tocar estas dos con las funciones de la Cofece, a cuyo cargo está ordenar medidas para eliminar barreras a la competencia y la libre concurrencia, la desincorporación de activos, derechos, partes sociales o acciones de los agentes económicos para eliminar efectos anticompetitivos y visitas de verificación para comprobar la existencia de prácticas monopólicas; regular el acceso a insumos esenciales, autorizar u objetar notificaciones de concentraciones y sancionar las prácticas monopólicas?

Si la mezcla de instituciones tiene tanto sentido, ¡órale!, que se haga un licuado de la UNAM, el IPN, el Colmex, el CIDE, la UAM y todas las instituciones educativas y académicas que permitan correr a más gente y ahorrar más dinero.

A costa de autonomías (“fuera máscaras”), de lo que se trata es darle otra vuelta de tuerca a la concentración del poder, ahora con el impronunciable INMCB, para que 500 milloncitos de pesos vayan a parar a las nuevas dádivas que se repartirán entre menores de edad que cursan el bachillerato, pero que podrán votar en 2024…