Elecciones 2024
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Esas caravanas que se organizaron el fin de semana pasado a lo largo y ancho del país en protesta por las políticas seguidas por el actual gobierno, sí que le vienen como anillo al dedo al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Si algo no hay en el país es una oposición organizada y numerosa. Y si alguien sabe cómo hacer movilizaciones clientelares efectivas es él. Por eso, meterse en sus terrenos no hace sino dar ternura a los expertos en el acarreo y demostrar a su clientela que los conservadores sí existen.

Son millones de mexicanos los que sienten en carne propia los efectos del mal manejo tanto de la pandemia como de la economía. Pero realmente son pocos los que pueden relacionar las malas decisiones de la actual administración con sus consecuencias.

Poco comunican los indicadores económicos en rojo cuando se mantiene una tan elevada popularidad presidencial arriba de 50 por ciento.

Así que una manifestación que la televisión se encarga de mostrar que se lleva a cabo en autos de lujo, no es sino música para los oídos presidenciales.

Porque eso le permite llevar la discusión lejos de la recesión en la que estamos, más lejos de la subestimación de los efectos de la pandemia en México y distraer cualquier atención de los intentos cotidianos de hacerse de todo el poder en este país.

La respuesta, con sonrisa presidencial incluida, es que se preparen para la consulta de revocación de mandato que el propio presidente ideó, diseñó y ordenó que su mayoría aprobara en el Congreso. Ya sabemos cómo hace las consultas este gobierno, pero a pesar de ello ese supuesto ejercicio ciudadano le permite hablar de libertades y de verdadera democracia.

Así que no, el de la protesta no es el terreno para oponerse a las políticas equivocadas de este gobierno. Porque además se corre el riesgo de que, si una de esas manifestaciones lograra crecer lo suficiente como para preocupar a la estructura gubernamental, de inmediato sacarían a las calles a sus propias huestes de seguidores a contrarrestar los movimientos de protesta y eso es peligroso.

La mejor oposición por ahora es la contención. Señalar una y otra vez esos intentos de hacerse del control del poder por las más diferentes vías ilegales.

Mejor que salir a las calles es crear conciencia sobre hechos específicos, cuidar que el poder judicial tenga autonomía total para cuidar cualquier intento de control que pretenda pasar por encima de la propia Constitución, defender la libertad de expresión y, por supuesto, defender la prevalencia del voto libre y secreto.

Son esos canales institucionales y democráticos los que pueden hacer contrapeso y aspirar a generar conciencia en la actual administración de sus errores.

El campo de la manifestación y la protesta no le es natural a una oposición desorganizada e inexperta en las calles. Y puede resultar muy peligroso encontrarse allá afuera con grupos que sí sepan como romper una protesta que no les guste.