La pregunta es si la Cuarta Transformación tiene la capacidad de autorregularse, acotar la corrupción en sus filas y corregir las desviaciones de algunos de sus cuadros dirigentes
Ningún gobierno y fuerza política en el mundo están exentos de corrupción, la diferencia son los controles que se auto imponen para acotarla y México no es la excepción.
El caso Los diezmos de Delfina Gómez es un ejemplo de ello. De nada sirve que desde distintas tribunas se diga que en la Cuarta Transformación son diferentes, honestos y que no son como los gobiernos anteriores si la terca realidad los desmiente.
Y no se trata de decir que sólo en Morena haya corrupción y fondeos ilegales con fines electorales, basta citar los escándalos por las operaciones del Pemexgate y La Estafa Maestra para desviar millones de las arcas del gobierno para financiar al PRI o las transas de panista Ricardo Anaya en un jugoso negocio de más de mil millones de pesos en un parque industrial en Querétaro.
El asunto hoy es cómo resolverán este gobierno, Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador el hecho de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación evaluó y dio por confirmadas y verdaderas, en una sentencia inapelable las acusaciones que señalan que en su gestión Delfina Gómez le quitó el 10 por ciento de su salario a los trabajadores del Ayuntamiento de Texcoco para canalizarlo a Morena, por lo que ratificó a ese partido una multa de más de cuatro millones de pesos
Los hechos son contundentes, se documentó y reveló, hace casi cinco años en un reportaje de Juan Antonio Cruz en el canal noticioso adn40, que la hoy titular de la Secretaría de Educación Pública despojó a empleados, policías, bomberos, pensionadas y demás del 10 por ciento de su sueldo para desviarlos al Grupo de Acción Política que encabeza el senador por el Estado de México, Higinio Martínez quien aspira arrebatar al PRI la gubernatura de esa entidad en 2023.
Esta sentencia del TEPJF sería suficiente para que Delfina Gómez por renuncia o por cese dejara de ocupar la titularidad de la Secretaría de Educación Pública y para que el senador Higinio Martínez viera canceladas sus aspiraciones de candidato al gobierno del Estado de México, lo cual sin duda sería un duro golpe a Morena porque ambos controlan la estructura de ese partido en las tierras mexiquenses.
La pregunta es si la Cuarta Transformación tiene la capacidad de autorregularse, acotar la corrupción en sus filas y corregir las desviaciones de algunos de sus cuadros dirigentes. De hacerlo sin duda demostraría Morena que es un partido diferente a los que le precedieron en la Presidencia de la República y en ya no pocas gubernaturas.
Y deben tomar pronto una definición sobre el caso de Los diezmos de Delfina pues de no hacerlo corren el riesgo de alimentar y engordar el costal de casos que hacen ver a Morena como un partido igual de corrupto que los priistas o panistas y a la Cuarta Transformación como una gran simulación.