Elecciones 2024
Elecciones 2024

Cuando México está en plena contingencia sanitaria, con un aumento en el número de casos y de muertes por Covid-19, y en eso nos pega un sismo de magnitud 7.5, lo que esperamos es que desde Palacio Nacional tengamos un guardián de la seguridad y la economía, y no un personaje obsesionado con las elecciones.

La importancia de tener una figura confiable a la cabeza del poder se puede ver en las encuestas de popularidad que abundan. Pero los efectos de la desconfianza se pueden apreciar en otro tipo de sondeos, por ejemplo, en la encuesta de confianza de los consumidores.

El Inegi y el Banco de México realizaban de manera cotidiana una encuesta presencial entre ciudadanos mexicanos para medir sus sentimientos respecto a su papel como consumidores.

Pero justamente las limitaciones de contacto físico, exigidas por la contingencia sanitaria, pusieron una pausa a ese tipo de encuestas presenciales. Sin embargo, se mantiene el ejercicio vía telefónica, en el entendido de que la gran mayoría de los mexicanos tenemos un teléfono móvil.

Y con todo y ese cambio de método, la encuesta a los consumidores no deja de ser un gran indicador político del comportamiento de los ciudadanos.

Porque cuando se busca una relación entre los datos del comportamiento de la economía y el sentimiento de los consumidores, encontramos una discrepancia notable.

Durante el 2017 y el 2018, cuando la economía mantenía tasas de crecimiento de 2% en promedio, la confianza de los consumidores caía en picada, en especial cuando se liberaron los precios de las gasolinas en el 2017 y desde la oposición política hicieron de ello el equivalente a una crisis monumental.

Y cuando la economía presentaba sus peores resultados en 10 años, durante el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el indicador de confianza de los consumidores marcaba máximos históricos. En sentido contrario, por cierto, de la confianza de los empresarios, los economistas y los participantes de los mercados. Pero en plena coincidencia con los indicadores de popularidad presidencial.

Ahora, con la pandemia el panorama cambió completamente. La confianza de los consumidores durante los meses de abril y mayo de este año, meses de confinamiento, se ha desplomado a la par del resto de los indicadores económicos.

No podría ser de otra manera cuando las actividades se mantienen paralizadas y de paso, cuando los indicadores de popularidad presidencial también se han derrumbado.

Es claro que la percepción de los encuestados de lo que hoy pasa con la economía nacional y personal es negativa. Pero es muy representativo que ya son muchos menos los que creen en la palabra presidencial de que rápido pasará la crisis y que vamos a crecer de forma acelerada. Porque el derrumbe de la confianza de los consumidores en la situación del país dentro de 12 meses es en caída libre.

Por eso es que más que un guardián de sus propios intereses electorales, lo que México necesita en medio de tantas crisis, y con terremoto incluido, es un líder que cuide lo verdaderamente importante.