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fenómeno que está acompañado por oleadas de desinformación que obliga a ser precisos, tanto a periodistas como autoridades sanitarias.

En México —ha quedado en evidencia— la autoridad federal apela a sus datos, muchas veces discordantes de la verdad. Y con una preocupante frecuencia se queja de las intenciones de medios de comunicación “tradicionales” —entre los que incluye a la prensa escrita y los medios electrónicos— de propalar información contraria a las versiones oficiales.

La manipulación de las cifras, por parte de funcionarios públicos y la velocidad con la que se propagan las fake news —la proliferación de los videos sobre los dispositivos “caseros” de oxigenación, es uno de los ejemplos más contundentes— son dos fenómenos que mantienen una presencia constante, desde hace un año. La obstrucción y la ofuscación por parte de los organismos públicos en muchas economías emergentes han dificultado el trabajo periodístico y propiciado la desinformación, de acuerdo a un reporte elaborado por la Fundación Thomas Reuters (TRF por sus siglas en inglés).

Enfocado en los desafíos críticos que enfrenta la profesión, el informe examina cuestiones que incluyen el impacto de la pandemia en la seguridad personal y el bienestar de los periodistas, la estructura de las salas de redacción y la alteración de los modelos comerciales, la proliferación de noticias falsas y las crecientes amenazas a libertad de prensa. El estudio también identifica las mejores prácticas y los enfoques innovadores que se han desarrollado como respuesta a los desafíos de Covid-19. Y es que en más de un sentido, ofrecer información crítica, equilibrada y precisa es una cuestión de sobrevivencia para los periodistas.

“El gobierno mexicano es un obstáculo para la lucha contra las fake news y la infodemia”, respondió el periodista Juan Luis García Hernández a la Thompson Reuters Foundation, “pero los medios ha perdido la oportunidad de ir más allá, investigar y cuestionar la respuesta de las autoridades”.

García Hernández es un reportero binacional. Antes de llegar al equipo de investigación del Texas Tribune, estuvo en la redacción de Sin Embargo. Y además de las capacitaciones de la TRF, ha sido fellow de otros programas con la Alfred Friendly Press y el programa Reham al-Farra, de las Naciones Unidas. (El autor de esta columna cumplió dos programas de capacitación de la TRF).

Entre septiembre y noviembre del 2020, 55 exalumnos de los programas de capacitación de la TRF ofrecieron sus testimonios sobre el impacto del Covid-19 en 26 países. De éstos, ocho —entre ellos, el reportero del medio digital mexicano— fueron elegidos como comentaristas expertos.

“En general, los periodistas en México están conscientes de su papel, pero los medios de comunicación están más interesados en que sus reporteros cubran las conferencias diarias que verificar los dichos de autoridades”, valoró. “En la mayoría de los casos, no es una postura oficialista, sino un tema de clickbait, que deteriora la calidad del trabajo de la prensa para combatir la infodemia. Por tanto, los mejores esfuerzos de verificación o investigación provienen de medios internacionales o iniciativas independientes”.

Los medios mexicanos —insistió García Hernández— también han fallado en frenar la propagación de las fake news, que se han viralizado en las redes sociales, principalmente en WhatsApp. Y cita un análisis que estima que 16% de las noticias circula a través de WhatsApp, por 13% en Facebook y 12% en Twitter.

@aguirre_alberto