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El encabezado de esta columna no es el título de una telenovela, tampoco es el nombre de un melodrama cinematográfico. Es parte de la nueva denominación de lo que antes se llamó “Alianza Va por México”; posteriormente “Frente Opositor por México”; y ahora “Coalición Fuerza y Corazón por México”, que forman los partidos PRI, PAN y PRD.

Ignoro a quién se le ocurrió el nuevo apelativo. Aunque lo dudo, espero que el cambio haya contado con la aprobación de la abanderada rumbo a la presidencia por estos tres partidos. Mi duda nace por la apatía que percibo de los tres jerarcas: Alejandro Alito Moreno del PRI, Marko Cortés del PAN, y Jesús Zambrano del PRD, hacia la mujer que aceptaron como aspirante a representar sus intereses partidistas en las urnas. No tuvieron ni la más mínima cortesía de acompañar a su candidata al inicio de su precampaña en Guerrero. Prefirieron quedarse a negociar espacios y cuotas.

Parecería que los tres personajes que comandan la recién rebautizada “Coalición Fuerza y Corazón por México” se pusieron el saco cuando la aspirante a la presidencia dijo que ella no quería “ni ladrones ni huevones ni pendejos”, y por eso la han dejado navegar sola, sin más auxilio que su capacidad para decir frases graciosas —tal vez— pero efímeras y vacías como “zacatito pa’l conejo”, hablar de su meritoria biografía de vida y tener ocurrencias como criticar, por medio de estampas, los tenis fosforescentes de Mariana, esposa de Samuel, que representan, según Xóchitl, “la dizque nueva política”; mostrar una caricatura de Claudia en forma de gusano para ilustrar “la vieja política”; y enseguida enseñar una fotografía de ella para presentar “la vieja chingona”.

Xóchitl no ha podido imponer al interior de la alianza-frente-coalición o lo que sea, la autoridad y el peso que le da ser la candidata a la presidencia, para designar posibles aspirantes a los principales cargos de elección que estarán en disputa; para marcar la agenda; y para decidir con firmeza de qué lado debe de mascar la iguana tripartidista.

Este modesto redactor percibe a Xóchitl en un laberinto, a su lado un desorientado Santiago Creel, coordinador de su campaña, demuestra, una vez más, que lo suyo no es la política, sino la administración de los bienes inmuebles heredados y las empresas privadas que le dejan muy buenos dividendos económicos. Para tratar de salir del laberinto, Xóchitl ha tenido que estructurar un equipo con personalidades de su confianza como Max Cortázar, quien será su vocero y coordinador de comunicación, como antes lo fue de Felipe Calderón; también forma parte de su personal Consuelo Sáizar, directora de Conaculta en la segunda mitad del sexenio calderonista; un obradorista de principios de sexenio que ahora está en la oposición, Carlos Ursúa, será el encargado de las finanzas. El último refuerzo del equipo es una aguerrida panista, compañera de Xóchitl en el Senado, Kenia López Rabadán, que será la jefa de su oficina –cualquier cosa que esto implique.

Lo importante es que Xóchitl se olvide del folklore y haga propuestas de gobierno serias e inteligentes y, sobre todo, que asuma el control de la coalición. Que no permita que los tres alegres compadres se repartan las posiciones sin el visto bueno de ella. De lo contrario sugiero otro cambio de nombre para la alianza: Asociación Cada Quien Para su Santo.

¿Qué pasó, señora?
Critiqué a Vicente Fox por sus majaderos mensajes y sus faltas de ortografía producto de su incultura. Pero me parece injusto la suspensión de su cuenta de X. Nadie puede atentar contra la libertad de expresión aunque lo que se exprese sea basura. La que ahora enseñó el cobre fue Mariana Rodríguez Cantú, que al ver cancelada la cuenta de Fox, se burló de él en Instagram: “Con la fosfo fosfo no se mete nadie prrro” —así sin e. Más que un proceso electoral vivimos un Torneo de Vilezas.