Los 20 millones de Pemex para la transición hacia tecnologías y combustibles más limpios contrastan con los 10,252 millones de pesos que tendrá la CFE
Las palabras dicen mucho, pero a veces los presupuestos hablan más claro y más fuerte. Para 2024, el Gobierno de México presentó un PEF en el que propone 10,647 millones de pesos para la Estrategia de Transición para Promover el uso de Tecnologías y Combustibles más Limpios. La “estrella” de ese rubro presupuestal es Pemex, que tendrá 20 millones de pesotes para mejorar sus procesos productivos y hacerlos más amigables con el medio ambiente.
Los 20 millones de Pemex para la transición hacia tecnologías y combustibles más limpios contrastan con los 10,252 millones de pesos que tendrá la CFE. La empresa eléctrica continuará con la construcción y/o rehabilitación de una central hidroeléctrica, seis centrales de ciclo combinado y una línea de transmisión.
“ME VALE M…”. Los magros recursos que tendrá la petrolera son la forma más clara de decir lo poco que cuenta esta transición para la mayor empresa de México. Se gastará más, por ejemplo, para los festejos del 18 de marzo. La prioridad de Pemex está en otro lado. Es obvio que la petrolera mexicana no tiene un plan de transición energética ni un camino que vaya a la reducción de emisiones o los combustibles limpios.
Las emisiones de óxido de azufre de Pemex pasaron de 284,700 toneladas en el primer semestre del 2018 a 576,900 toneladas entre enero y junio del 2023, de acuerdo con cifras de los informes de la misma petrolera, recopiladas por el IMCO.
El presupuesto que se destinará en 2024 para promover el uso de tecnologías y combustibles más limpios por parte de Pemex contradice los compromisos internacionales de México en materia de reducción de emisiones. Es consistente, sin embargo, con las decisiones que Petróleos Mexicanos ha tomado en relación con sus “líneas” de producción. En este sexenio, produce más combustóleo que gasolina, a pesar de las evidencias científicas que asocian el combustóleo a daños severos al medio ambiente y a enfermedades respiratorias o cáncer. Las acciones y omisiones de Pemex importan porque en México hay alrededor de 20,000 muertes anuales asociadas a la mala calidad del aire. Obviamente, no todos estos decesos son atribuibles a Petróleos Mexicanos.
Pemex ha perdido relevancia entre las grandes petroleras del mundo, cuando se trata de producción, inversión y reservas. Sigue siendo uno de los gigantes, en algunas categorías en las que nos convendría más ser pequeños. Es una de las 20 empresas energéticas del mundo que emiten más dióxido de carbono equivalente, según el Instituto de Responsabilidad Climática de Estados Unidos.
Ahora que la Semarnat despertó con el caso del Grupo México, será interesante ver si el estado de alerta le alcanza para retomar algunos capítulos negros recientes de Pemex. Un reportaje de la revista Gatopardo documentaba que hay 1,046 sitios en México contaminados por sustancias tóxicas entre 2008 y diciembre de 2021. El 62% de estos sitios fueron contaminados por incidentes atribuibles a Pemex. Son 655 de 1,046, de los cuales 141 no habían sido atendidos.
¿Quo vadis Pemex? El sexenio ya casi terminó y el esfuerzo del Gobierno estuvo enfocado a un rescate que tuvo cuando menos tres dimensiones: financiera, operativa y narrativa. Las dos primeras fracasaron, porque la producción está por debajo de los niveles que tenía en 2018 y la empresa sigue estando en quiebra técnica a pesar de las inyecciones masivas de capital por parte del Gobierno Federal. Los apoyos desde 2019 hacen un total aproximado a 1.3 billones de pesos.
La narrativa ha funcionado mejor que los rescates, porque AMLO y Morena han ganado casi todas las elecciones en las regiones petroleras. El triunfo político les sabrá a Gloria, pero no es suficiente. Para el próximo sexenio seguirá el reto de salvar de la quiebra a este gigante tullido. Habrá, además, el desafío medioambiental. ¿Será Pemex héroe o villano?