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Durante las últimas semanas, los mercados han estado atentos al estado de las negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos (EU), cuyo desenlace podría derivar en una costosa guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo.

A pesar de la abundante evidencia de que el libre comercio internacional ha contribuido a mejorar el bienestar de la mayoría de la población a nivel mundial, también hay ciertos segmentos de la población que han quedado rezagados y han sido marginados a causa del libre comercio.

La campaña de Donald Trump fue sumamente eficaz en capturar el voto de estos segmentos marginados en EU, a los que ha prometido defender a capa y espada.

En abril del año pasado, Trump firmó una orden ejecutiva encomendando a las autoridades comerciales de Estados Unidos a realizar una investigación profunda y producir un reporte sobre las razones detrás del creciente déficit comercial. La premisa básica de este objetivo está predicada en el concepto de que el déficit comercial es uno de los principales factores detrás del deterioro en el bienestar de la clase trabajadora norteamericana.

El déficit comercial de EU creció 12% en el 2017 para alcanzar 566,000 millones de dólares, el más grande del mundo. Dos terceras partes de este déficit se explican por la relación comercial con China, donde el déficit asciende a 375,000 millones de dólares, un incremento de 8% con respecto al 2016.

La administración Trump se ha puesto como objetivo reducir el déficit comercial con China en por lo menos 200,000 millones de dólares para el 2020. Dicho objetivo, además de ser imposible de cumplir, demuestra el poco entendimiento que tiene la administración Trump de las razones detrás del déficit comercial de su país.

La administración Trump ha insistido en que la razón detrás del déficit comercial de EU son los pésimos acuerdos comerciales establecidos con otros países. Esta obsesión con el déficit comercial está totalmente desubicada.

El déficit comercial ha sido una característica permanente de la economía estadounidense durante los últimos 35 años y la razón principal detrás de esta situación es que los estadounidenses consumen mucho más de lo que ahorran.

Estados Unidos es el principal consumidor del mundo. Los déficits comerciales no se anulan por decreto. Para reducir el déficit con China, Estados Unidos tendría que exportar más productos a China o importar menos productos chinos.

Para lograr lo segundo, los consumidores americanos tendrían que incrementar su tasa de ahorro y disminuir su propensión marginal a consumir y esto requiere de una modificación en los patrones de consumo que está fuera del ámbito de la política comercial de China y no depende de una modificación en los acuerdos comerciales.

Para lograr lo primero, Estados Unidos está presionando a China para que disminuya ciertas barreras comerciales mediante la amenaza de aplicar aranceles a una gran cantidad de productos chinos. Sin embargo, China sabe que cuenta con poder de negociación, ya que es uno de los principales acreedores del gobierno estadounidense.

Adicionalmente, China sabe que la aplicación de tarifas a sus exportaciones en el contexto actual generaría inflación en Estados Unidos, lo cual podría llevar a la Reserva Federal a subir las tasas de interés de manera más acelerada.

Finalmente, China juega un papel central en cualquier negociación con Corea del Norte.

Al final del día, lo más probable es que Trump consiga que China reduzca las barreras comerciales para ciertos bienes importados de EU y una mayor cooperación y supervisión en temas de propiedad intelectual. Sin embargo, se antoja imposible que estas medidas sean suficientes para reducir el déficit comercial de Estados Unidos y más aún en un contexto de pleno empleo y creciente déficit fiscal que están contribuyendo a un mayor crecimiento en el consumo y, por lo tanto, en la demanda de bienes importados y del déficit comercial.