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Estamos en la última semana del peor trimestre de la historia económica moderna de México.

Lo que hemos padecido en términos de decrecimiento económico en este lapso abril, mayo y junio no se había experimentado en este país desde la década de los años 30 del siglo pasado. Y hay pocos números confiables de esos tiempos como para documentarlo. Pero fue la Gran Recesión mexicana.

En este momento, para millones de mexicanos no hace falta que lleguen los conteos del Inegi que sustenten esa caída, por ejemplo, el Producto Interno Bruto (PIB) a publicarse a finales de julio. Para muchos, los datos estadísticos sobran, lo han sufrido en carne propia.

La encuesta telefónica de ocupación sobra para aquel que lleva tres meses sin empleo y sin posibilidades de conseguir otro en este momento. Al que ya perdió su micro empresa, de poco le sirve el indicador industrial o la caída en los indicadores en las ventas.

Pero para que esto se convierta en noticia y la clase política se tope de frente con sus dichos falsos de que vamos requetebién, hacen falta estos datos contundentes.

Y cuando tengamos acceso a esa información, nos vamos a encontrar con el México de siempre, el de los populistas de los 70, los tecnócratas de los 90 o los conservadores de inicios de este siglo: siempre tendrán una explicación políticamente impecable para decir que ellos no tienen la culpa.

Así será con la 4T, así lo hacen todos los días, por ejemplo, con los datos de violencia e inseguridad. Presumen que bajaron los robos a transeúntes, porque no hay transeúntes por la pandemia. Y dicen que el incremento en los asesinatos dolosos en mayo del 2020 se dio porque así recibieron el país en diciembre del 2018. Nunca asumirán su responsabilidad.

Con la economía sucederá lo mismo. Cuando conozcamos el alarmante dato de la caída del PIB de este trimestre que termina, no van a chistar en echarle toda la culpa a la pandemia. Será la Covid-19 la única responsable de este derrumbe no visto en casi 100 años.

No habrá una aceptación de que la falta de programas gubernamentales para respaldar al empleo o a las empresas haya tenido algo que ver con la que será una caída que seguramente muy pocos países tendrán a niveles tan profundos.

Y conforme pasen los meses y el rebote sea mucho menor al ritmo del desplome buscarán siempre algún responsable externo. Desde los temores de un rebrote de SARS-CoV-2, hasta los conservadores y analistas de mala fe de siempre.

Pero viene en un futuro no muy lejano una ruindad que habremos de presenciar y que constituye un claro abuso de las personas que poco entiendan de estos números económicos.

Después de la caída de quizá hasta 20% de la economía que estamos a punto de ver, podrá llegar un rebote mediocre en algún trimestre de no más de 4 o 6 por ciento. O sea, caemos 20 pisos y subimos 5, y nos dirán ¡lo logramos, ahí está el crecimiento prometido! Se aceptan apuestas.