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Con motivo del Día Mundial sin Auto, los diputados federales y los senadores de la República de todos los partidos políticos tuvieron la genial ocurrencia de prescindir del uso de sus automóviles y/o camionetas para asistir a sus respectivas cámaras en transporte público, como el Metro o el microbús pero, sobre todo, la mayoría optó por hacerlo en bicicleta.

Con la medida, los encargados de hacer las leyes que rigen en el país —que éstas se cumplan es otro boleto— quisieron darnos un ejemplo a la sociedad de cómo es posible ponerse de acuerdo sin violencia y con cordialidad, aunque sea en un tema tan frívolo e irrelevante.

Y no es que el dejar el uso del transporte que contamina y sustituirlo por una forma de trasladarse limpia e inocua sea un asunto trivial, por el contrario, es un tema que, muy pronto, necesitará de una legislación seria, adecuada que, necesariamente, operará un cambio de paradigmas en este rubro.

Pero no deja de ser un buen tema para el choteo la forma en que nuestros legisladores tan proclives a la simulación aprovecharon la fecha para hacernos creer que la cuestión les interesa. Provistos de cascos para proteger sus cabezas —que sólo piensan en hacer bien a la patria— la mayoría de traje y con corbata, un grupo de senadores del PRI, PVEM y un perredista, salieron del Auditorio Nacional, donde dejaron estacionados sus vehículos, rumbo al edifico del Senado, pedaleando sus bicicletas. La distancia entre un punto y otro, calculo, debe ser entre 5 y 6 kilómetros.

Un grupo de 20 diputados del Partido Verde Oportunista viajaron en el Metro (13 estaciones de la Línea 7 y un transbordo a la Línea 1). Jesús Sesma, coordinador de esta fracción en la Cámara, dijo que la finalidad del hecho era crear conciencia de las consecuencias que tiene el uso desmedido del automóvil y buscar nuevas alternativas de movilidad. (No sé usted, pero yo le creería al diputado Sesma si llevara, cuando menos, los 23 días de su nuevo trabajo de legislador viajando de esa forma. Hacerlo sólo por ese día y pregonarlo como si fuera una hazaña sólo contribuye a que cada día les creamos menos a los farsantes que dicen representar a la sociedad en el Congreso).

En El Economista leí una nota del compañero Rolando Ramos en la que consigna que el líder cameral del PRI, el diputado César Camacho, expresó que en la bicicleta se sudaba “un poco menos que en el pleno”. También informó que él es ciclista, usa la bicicleta de manera frecuente. Relató su recorrido por Reforma, atravesó la Lagunilla, el Eje 1 Norte, Eduardo Molina, Emiliano Zapata hasta entrar por la puerta 2 de San Lázaro. Aquí entrenos, la bici del licenciado Camacho funciona a base de pedaleo ayudado por un motor eléctrico, por lo que dicha distancia no resultó del otro mundo.

Tampoco los panistas se quedaron atrás y encabezados por Ricardo Anaya, presidente de Comité Ejecutivo Nacional del partido, y Marko Cortés, coordinador parlamentario, una veintena de blanquiazules llegaron a San Lázaro en pelotón.

El que no cumplió con el acuerdo aprobado por el pleno la semana pasada de respetar este día dedicado a la ausencia del automóvil en la transportación fue el perredista Jesús Zambrano, quien argumentó que no obedeció lo pactado “por razones de tiempo”; aunque no faltó quien dijera que lo que pasa es que nunca aprendió a andar en “vírula”.

Lo que ningún periódico informó es qué medio de transporte usaron los congresistas para regresarse al lugar donde dejaron sus automóviles, aunque lo más probable es que sus choferes hayan pasado por ellos.

¿Qué ganamos como país, como sociedad, por el hecho de que nuestros legisladores y uno que otro funcionario público —Miguel Ángel Mancera llegó a su oficina en un taxi eléctrico— hayan dejado de usar sus contaminantes vehículos por un medio día? Nada.

Bueno sería que el ejercicio les causara el auténtico deseo de continuar transportándose sin contaminar y así como lo hicieron el martes pasado lo hicieran diario. De no ser así, todo será, una vez más: simulación.

A propósito, les proporciono a nuestros estimados legisladores la lista de días que la ONU consagra a diversos temas y me atrevo a decirles una actividad con la que pueden celebrar la ocasión: el 21 de marzo es el día dedicado a la poesía; propongo que cada partido determine un diputado y un senador que suba a tribuna a declamar una poesía como la “Marcha triunfal” de Rubén Darío, Muerte sin Fin de José Gorostiza o La Suave Patria de López Velarde. El 14 de junio es el Día Internacional del Donante de Sangre, propongo que cada legislador, en condiciones para hacerlo, done cuando menos 1 litro de sangre; el 6 de abril es el Día Mundial del Deporte, propongo que se avienten unas retadoras interpartidistas de futbol rápido; el 19 de noviembre es el Día Internacional del Retrete (sin comentarios); el 22 de julio es el Día del Perro, para esta fecha me atrevo a sugerir dos actividades, que todos los legisladores que posean como mascota un can lo lleven a la Cámara y dos, que se guarde 1 minuto de silencio por López Portillo y su defensa del peso.