Pudieron mirar suficiente para saber que el búho cuidaba a su búha, la que a su vez criaba a dos buhitos en la cajonera
Escuchado en Cartagena, 2007:
La actriz Giovanna Mezzogiorno fue la belleza mediterránea que encarnó a Fermina Daza en la versión cinematográfica de El amor en los tiempos del cólera.
Durante la filmación en Cartagena, le fue ofrecida a la actriz una casa remodelada del centro histórico de la ciudad, con su encanto intacto de muebles viejos, muros encalados y balcones de madera.
Al placer de hospedarse en un recinto con sabor a historia recobrada, siguió un desaguisado de casa vieja llena de fantasmas. No sabemos si Giovanna durmió tarde, sola, sobria o alborozada esa primera noche de su estancia en Cartagena.
Sabemos que la despertaron unos ruidos de alas pendencieras, y luego unos gorjeos y unos chillidos turbadores. Aguzó el oído y los oyó: rumiaban en la sombra cosas ininteligibles.
A la mañana siguiente, agradeció la hospitalidad recibida y se mudó a un hotel, diciendo que en la casa había ruidos y algo más. La casa, conocida y habitada de sus dueños por largas temporadas, no había dado nunca que decir respecto del silencio apacible de sus muros.
Llevaba unos meses deshabitada, pero para entregarla a Giovanna había sido sometida a una minuciosa renovación. Rechinaba de nueva en su soberbia antigüedad.
Los anfitriones fueron a investigar. Nada raro encontraron en una primera búsqueda ni en una segunda, y se disponían a pasar la noche ahí para que nada faltara en sus investigaciones, cuando al abrir un armario sin uso, en el altillo decorativo, oyeron un ruido, y luego otro y un gorgorito.
Voltearon el armario para descubrir que estaba puesto contra un ventanillo roto, olvidado de años, y que el armario tenía también rota la espalda, a la altura de una cajonera.
Al acercarse a mirar por el hoyo les salió a mirar un búho desmañanado, con todas las trazas de mal humor que pueden caber en el cabecear y aletear de un búho.
Pudieron mirar suficiente para saber que el búho cuidaba a su búha, la que a su vez criaba a dos buhitos en la cajonera.
Y eran este búho, que salía por la noche a traer comida, y esta búha que la comía con sus crías en alegre cónclave, los fantasmas que habían espantado el sueño de Giovanna, en la noche mágica de Cartagena.