Elecciones 2024
Elecciones 2024

Aunque últimamente se ha convertido en un lugar para la práctica de deportes extremos como: “Narcos vs. Narcos”, “Criminales al acecho”, “Pago de protección” y/o “Perder la cabeza”, Acapulco —espléndida bahía— ha sido el punto tradicional de las parejas mexicanas para pasar en él su Luna de Miel; cosa que me parece absurda: ir a un sitio cuya belleza estriba en el mar para pasarse el tiempo viendo el techo de una habitación.

Pero en fin, lo que interesa resaltar es que la tradición, pese a todo, continúa y el puerto guerrerense sigue siendo sede de todo tipo de Lunas de Miel, desde la más modesta con hospedaje en los hoteles viejos del viejo Acapulco, frente a Caleta y Caletilla, hasta las de “alto pedorraje” –Renato Leduc dixit-, como la celebrada en el Hotel Princess Mundo Imperial, el 22 de marzo del año actual, entre la Asociación de Bancos de México (ABM) por sus siglas y el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ¿por los siglos? (Aquí el columnista reconoce que por hacer un mal chiste o un fútil juego de palabras es capaz de la calumnia o, ¿me estaré volviendo fifí?).

Regreso al tema de esta columna. Comparé con una Luna de Miel el enfrentamiento amoroso (oxímoron) entre AMLO que predica que primero los pobres y la ABM: comunidad que practica lo dicho por Mark Twain (1835-1910): “Un banquero es un señor que nos presta un paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover”. El símil de la Luna de Miel entre los banqueros y el presidente de la República me lo sugirieron las columnas de nuestro Director General Editorial, Luis Miguel González y la del compañero Enrique Campos, ambas publicadas en El Economista del pasado viernes, las dos coincidentes en el contexto: el de la resignación travestida en cordialidad de los hombres de la banca que opera en México quienes —como lo sabemos todos— no fueron partidarios del tabasqueño en sus intentos para presidir el país, pero, pragmáticos que son, ahora se ponen zalameros, le guiñan un ojo y, ante el Mandatario, ponen su mejor cara. (Tratándose de banqueros no es cara, es carísima).

Las columnas de Luis Miguel y de Enrique fueron escritas el jueves, antes de que el Presidente clausurará la LXXXII Convención Nacional Bancaria, ese día algunos banqueros todavía se mostraban un poco nerviosos —como las doncellas la víspera de su Luna de Miel— ante la incertidumbre sobre la regulación de las comisiones, según la iniciativa de ley que presentó el líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal.

La ABM, experta en Lunas de Miel sexenales verdaderamente fructíferas, francamente amorosas y abiertamente apasionadas, esperaba, sabedora de sus deudas con la sociedad, al hombre más importante del país con todo preparado para brindarle una buena acogida. Es decir, dispuesta a entregarse de manera directamente proporcional a lo que AMLO propusiera; y como éste es avezado en saber decir a cada quien lo que necesita escuchar de él, el clic se dio y, parafraseando al filósofo de Güemes, la desconfianza duró hasta que se acabó.

Algo que preocupaba a los banqueros se disipó cuando López Obrador mandó un mensaje a los inversionistas del país y del extranjero para que sepan que existe en el país un auténtico Estado de Derecho. También expresó que se van a garantizar los acuerdos y los contratos que se suscribieron en los anteriores gobiernos, aunque se trate de contratos de los “llamados coloquialmente leoninos”. Asimismo, se declaró respetuoso de la autonomía del Banco de México; y prometió no gastar más de lo que ingrese a la hacienda pública para no endeudar al país.

Pero lo que resultó música para los oídos bancarios fue cuando Andrés Manuel manifestó: “No vamos nosotros a promover desde el Ejecutivo ninguna ley que regule, que obligue al cobro de comisiones, es decir, que fije porcentajes en el cobro de comisiones de los bancos. Un compromiso que hicimos y lo vamos a cumplir, porque los compromisos se cumplen”. Aquí el aplauso fue apoteósico y, tal vez, como lo predijo Enrique Campos, a uno que otro banquero se le salió una furtiva lágrima.

AMLO opinó que puede atenderse la demanda de disminución de comisiones no con leyes, sino con regulación. Que los bancos se regulen con los bancos, que haya competencia entre ellos porque si hay competencia los banqueros van a tener que ofrecer mejores condiciones a los clientes. Es importante —dijo “llegar a un acuerdo también a partir de la competencia para no cobrar tanto a los paisanos, migrantes, que envían remesas a sus familiares, que se puede abaratar este servicio con competencia”.

Le pidió al secretario de Hacienda que tomara nota para que en un año regrese con la ABM y pueda decir: “Este banco fue el que cobró las comisiones más bajas en el envío de remesas y le voy a entregar un reconocimiento a nombre del gobierno de la República”. Imagino que el reconocimiento será un trofeo. ¿Cómo se podrá llamar éste? ¿El Migrante de oro? ¿El Indocumentado de plata? ¿El Mojado de ónix? Se aceptan sugerencias.

Whatsapp

Los aparatos de televisión cada día son más delgados y las personas más gordas; los celulares más inteligentes y la gente más pendeja.