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La semana pasada se publicaron las minutas de la última reunión de política monetaria de Banco de México (Banxico) llevada a cabo el 8 de febrero, en la cual la tasa de interés objetivo se mantuvo sin cambio en 11.25 por ciento.

El contenido de las minutas reveló, en la opinión de este columnista, una postura ligeramente menos restrictiva con respecto al comunicado que acompañó la decisión de política monetaria, abriendo una rendija para un posible primer recorte en la reunión del 21 de marzo.

Vale la pena recordar que el actual ciclo de alzas comenzó en junio del 2021, cuando la tasa de interés de referencia se ubicaba en 4.0% y que dicho ciclo se adelantó y ha sido más agresivo al implementado por la Fed.

El ciclo fue detonado por un fuerte repunte en la inflación general, que pasó de 2.83% en diciembre del 2019 a un máximo de 8.77%% en agosto del 2022.

Aunque la inflación comenzó a descender desde septiembre del 2022, llegando hasta 4.25% en octubre del 2023, este descenso se revirtió en las últimas tres lecturas mensuales, con la inflación general rebotando a 4.78% al cierre de enero. Sin embargo, en la primera quincena de febrero, la inflación general bajó sorpresivamente para ubicarse en 4.45% en términos anuales.

Adicionalmente, la inflación subyacente (que elimina los componentes más volátiles del índice) finalmente ha tomado una trayectoria más consistente de descenso, pasando de un máximo de 8.66% en octubre del 2022, a 4.63% en la primera quincena de febrero, su nivel más bajo desde principios del 2020.

Aunque la inflación general aún está por arriba del rango objetivo de Banxico de 2 a 4%, la Junta de Gobierno podría estar lista para el realizar su primer recorte desde el 2019.

Si la inflación general sigue aproximándose al límite superior de Banxico y éste mantiene la tasa de interés sin cambios, estaríamos viendo una tasa de interés en términos reales ex-ante (es decir la tasa de interés nominal menos la inflación observada) cada vez más alta.

Por ejemplo, si la inflación general anual en febrero cierra en un nivel similar a 4.45% de la primera quincena, la tasa de interés real quedaría en 6.80%, nivel casi medio punto superior a 6.37% registrado al cierre de enero. Hace más de dos décadas que no se tiene un periodo con tasas de interés reales tan altas como las de los últimos ocho meses (con todas las lecturas por arriba de 6 por ciento).

El promedio histórico de los últimos 15 años para la tasa de interés en términos reales es de 1.3% (por supuesto este periodo incluye un trecho de tasas reales cercanas a cero o negativas durante entre el 2009 y el 2012 y nuevamente entre finales del 2020 y mediados del 2022).

Antes del actual brote inflacionario que comenzó a finales del 2020, la última vez que la inflación estuvo en niveles cercanos al actual fue en la segunda mitad del 2018. La tasa de interés nominal en ese momento era de 8.25%, lo cual implicaba una tasa de interés real que llegó a niveles que rondaban 4 por ciento.

Aquellos que abogan para que Banxico tenga un enfoque más amplio en su mandato único de control inflacionario para incorporar criterios de crecimiento como lo hace la Fed –la Fed tiene un mandato dual de procurar estabilidad de precios y pleno empleo– podrían argumentar que las tasas reales actuales son demasiado altas y que dado el mediocre crecimiento logrado por la economía en los últimos años, aunado a las expectativas de una desaceleración en el 2024, es necesario que Banxico comience a bajar las tasas de interés.

Sin embargo, Banxico podría tomar una postura menos restrictiva bajo su mandato único de estabilidad de precios.

Si los datos de inflación para el mes de febrero confirman la tendencia de la primera quincena, la Junta de Gobierno podría tener la evidencia que estaba esperando para realizar su primer recorte en marzo, aún en el escenario en el que la Fed pospone su primer recorte hasta mediados de este año.

Sin embargo, esto no significa que Banxico esté listo para embarcarse en un ciclo agresivo de recortes, para eso, tendríamos que ver una trayectoria más consistente de reducción en la inflación subyacente.