Este martes, los mercados accionarios en Estados Unidos registraron su peor día en los últimos tres meses.
El índice Dow Jones bajó 3.9% mientras que el S&P 500 y el Nasdaq se desplomaron 4.3 y 5.9 por ciento. Ayer 14 de septiembre, miércoles, estos índices cerraron nuevamente con pequeñas disminuciones.
La debacle del martes fue provocada por una sorpresa negativa en los datos de inflación de agosto en Estados Unidos que se publicaron esa mañana. Aunque la inflación general en términos anuales bajó de 8.5% en julio a 8.3% en agosto, el mercado estaba esperando una cifra de 8.1 por ciento.
El hecho de que la inflación general no esté bajando a la velocidad esperada, aunada a un incremento en la inflación subyacente –que pasó de 5.9% en julio a 6.3% en agosto– acabó con la ilusión de que la Fed estaría contemplando una trayectoria menos agresiva en su actual ciclo alcista.
Hasta antes de la publicación del dato de inflación, el mercado de futuros estaba asignando una probabilidad de 23% a un alza de medio punto y una probabilidad de 77% para un alza de tres cuartos de punto en el anuncio de la decisión de política monetaria de la Fed programada para el 21 de septiembre.
Después de la sorpresa negativa del dato de inflación, el mercado de futuros descartó totalmente un alza de medio punto, asignando una probabilidad de 76% a un incremento de tres cuartos de punto y una probabilidad de 24% a un alza de un punto.
Aunque una reacción de esta magnitud por parte de los mercados parece excesiva, la realidad es que los inversionistas habían mostrado cierta complacencia para construir la expectativa de que la inflación bajaría rápidamente, de la mano de los precios de la gasolina, y que la Fed desaceleraría su ritmo de alzas.
Los precios de la gasolina han bajado 26% desde su pico de junio, sin embargo, los precios de otros bienes y servicios han disminuido mucho menos de lo esperado. Asimismo, los precios al productor, publicados ayer miércoles, registraron un incremento de 11% en los últimos 12 meses.
Esta situación sugiere que lo que comenzó como un aumento de precios puntual, en productos y servicios afectados por las disrupciones en las cadenas de suministro y por el choque en los precios de las materias primas, se ha permeado a otros bienes y servicios.
De cumplirse la expectativa de mercado, la Fed realizará su tercer incremento consecutivo de tres cuartos de punto el 21 de septiembre, dejando la tasa de interés de referencia en un rango de 3.0 a 3.25 por ciento.
Adicionalmente, a menos de que ocurra una sorpresa positiva importante en la evolución de la inflación, la Fed muy probablemente incrementará la tasa en cuanto menos medio punto en su reunión de noviembre y por lo menos un cuarto de punto en diciembre. Esto implicaría que la tasa de fondeo podría cerrar el año en un rango de 3.75 a 4.0 por ciento.
El incremento de cuatro puntos porcentuales en la tasa de fondeo en un solo año es algo casi sin precedentes desde los años 70.
El último incremento de esta magnitud se dio en un periodo de 18 meses comprendido entre junio del 2004 y diciembre del 2005 cuando la tasa pasó de 1.25 a 4.25 por ciento. En aquella ocasión la tasa siguió subiendo hasta alcanzar 5.25% en junio del 2006.
La tasa se mantuvo ahí hasta septiembre del 2007, 12 meses antes de la quiebra de Lehman Brothers y la explosión de la burbuja financiera que detonó la Gran Recesión del 2008-09.
Como hemos dicho antes, la Fed parece está dispuesta a continuar su ciclo de alzas hasta donde sea necesario, inclusive si esto genera una mayor debilidad en la actividad económica, con tal de combatir el deterioro en las expectativas de inflación.