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El escenario que se plantea en estos días de verano no pinta mal. La economía de Estados Unidos tiene mejores perspectivas para mantener su recuperación. En el caso de México, después de tantos trimestres negativos lo que pinta de aquí en adelante son mejores tasas de crecimiento y todo con mercados financieros en relativa estabilidad.

La Bolsa Mexicana de Valores tiene a su principal indicador por arriba de los 43,000 puntos, el tipo de cambio ha encontrado un nivel de estabilidad en torno a los 13 pesos por dólar, las tasas de interés se
mantienen bajas en comparación con otras naciones emergentes, la inflación bien. En fin, hay una calma chicha, como dirían en altamar.

Pero el pronóstico de la tormenta lo tenemos claro desde hace ya mucho tiempo. Tanto como el inicio del retiro del plan de estímulos de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y la expectativa de que llegará
el momento en que la economía estadounidense tendrá que equilibrar su crecimiento y su inflación.

Desafortunadamente no hay claridad en el calendario de corrección de la enorme adicción al dinero barato que provocó la Fed para salvar el pellejo económico de su país.

Si descontamos de manera simétrica los descuentos que hace a su plan de liquidez extraordinario, podríamos pensar que en octubre se acaba el QE3. Y a partir de ahí esperaríamos un poco más de señales del comité que toma decisiones en el banco central estadounidense de cuándo piensan dar el primer salto a su tasa de referencia que hoy está en cero.

Sin embargo, así no funcionan las cosas. La Fed, como cualquier otro banco central que se respete, debe tener la flexibilidad suficiente y la frialdad para tomar determinaciones que anticipen desequilibrios.

Por eso es que aunque ahora diga que no tiene planes para subir sus tasas hasta bien entrado el 2015, la verdad es que las cosas pueden cambiar en cualquier momento.

Pero hay más. Los mercados se anticipan a lo que creen que la Fed va a pensar del futuro económico. O lo que es lo mismo, no se puede descartar un esquizofrénico ataque financiero que desequilibre todo en un par de horas.

Por lo pronto no hay que comprar los mensajes que suelen mandar los especuladores. Es muy de estos tiempos que los que están apalancados con coberturas cambiarias lancen “análisis” de por qué está cerca una devaluación. Básicamente es lo que ellos necesitan para ganar.

Las finanzas públicas mexicanas se ven robustas para enfrentar uno de estos episodios de turbulencia financiera mundial.

No es tan fácil adivinar qué provocará la estampida, incluso no se puede descartar un inusitado tránsito ordenado hacia la puerta de salida de los mercados emergentes para volar a la calidad de las tasas estadounidenses.

Lo cierto es que la recuperación económica traerá consecuencias en los mercados financieros, porque el síndrome de abstinencia que provocará la Fed tras sus sobredosis de dólares parece inevitable para el mundo.

Eso sí, quien le diga cuándo, cómo y a qué hora seguramente le estará mintiendo, quizá para su beneficio propio.