Elecciones 2024
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¿Recuerda cuándo fue la última vez que vio un movimiento en redes y medios de comunicación para que un servidor público no fuera cesado? Yo tampoco, porque lo usual es lo contrario, que las firmas se junten para que alguien se vaya y no para que permanezca en el sector público. Y sólo por eso, el caso de Santiago Nieto, extitular de la Fepade, ya merece atención desde la perspectiva de la comunicación. ¿Qué hizo bien Nieto? Muchas cosas, pero vamos por partes.

El personaje. En primer lugar, el fiscal entendió que en la comunicación política es importante crear una figura pública con una narrativa propia que permita a propios y extraños entender de quién se trata. Y en ese sentido, el fiscal asumió muy pronto que no bastaba con tener el cargo, sino que había que destacar su rol. Por eso la presencia constante en redes y en medios comunicando una sola idea: yo soy la persona encargada de cumplir la ley electoral y estoy haciendo mi trabajo.

Bajo esa lógica es posible rastrear tan sólo en las últimas semanas varias notas en las que el fiscal jugaba un papel importante. Por mencionar sólo tres recientes, ahí están las acusaciones contra César Duarte, el exgobernador de Chihuahua, por desviar recursos de la nómina para favorecer al PRI; las carpetas contra funcionarios locales acusados de desviar recursos para los damnificados con fines electorales, y por supuesto, sus declaraciones sobre el caso Odebrecht, del que seguimos sin saber nada desde la llegada del nuevo titular de la PGR.

El conflicto. En segundo lugar, el exfiscal comprendió que en este momento hay una batalla entre dos grandes narrativas: aquella que sostienen quienes buscan aplicar la ley, la rendición de cuentas y la transparencia para tener un mejor país, y la de aquellos que están dispuestos a hacer lo que sea con tal de mantenerse en el poder. Exacta o no, esta disputa permite procesar varias de las notas que han marcado la agenda en los últimos meses, desde los procesos contra exgobernadores hasta la salida de periodistas del aire.

Santiago Nieto parece haber leído que en este escenario es muy difícil mantenerse en medio, pues la neutralidad se convierte en parcialidad, de ahí que optara por una narrativa más agresiva.

La agenda. En ese sentido es que el fiscal no se presentó como un burócrata sentado en espera de que le cayeran los casos, sino como un personaje que impulsaba su propia agenda. Conducta que sacaba ronchas a más de uno por percibir un protagonismo indeseable para el cargo pero indispensable para explicar por qué después recibió tantas muestras de apoyo. El exfiscal sabía que en cargos de esa visibilidad, si no eliges tus temas, te los imponen, y que siempre será mejor seleccionar y visibilizar las batallas que quieres a tener que esperar a bailar con los ritmos de otros.

Las acciones. Y finalmente, en el extitular de la Fepade vimos un principio de la comunicación: no se puede comunicar lo que no existe. La propaganda se diluye cuando no hay contenido de fondo, y si bien es cierto que no basta con hacer para comunicar, es verdad que es necesario tener hechos y noticias relevantes si lo que se busca es formar parte de las conversaciones de periodistas y ciudadanos.

Con estos cuatro elementos es posible entender por qué su salida generó tanto revuelo. Y claro, lo paradójico es que esa misma actitud sea muy probablemente la causa de su remoción pues un personaje así resulta incómodo cuando el tono predominante es el de los funcionarios de bajo perfil que apuestan más por cuidar el puesto que la reputación.

A estas alturas no está claro qué pasará con Nieto. El abandono de su propia causa puede deberse, como él dijo, a la falta de condiciones políticas o bien al conjunto de demandas que amenazan su libertad. En cualquier caso, lo que es un hecho es que el exfiscal salió del cargo con un capital que no tenía al empezarlo, y que eso no es un fenómeno que se vea con frecuencia en la vida pública.

¿Hay futuro para la persona más allá del personaje? Eso está por verse todavía, pero lo único claro es que otras figuras de la política bien podrían tomar nota de las estrategias de comunicación de un actor que convirtió a una posición, generalmente de bajo perfil y de poco peso mediático y político, en un foco de atención que ahora pesará, y creo que para bien, para quien llegue en las próximas semanas a ocupar esa posición.