Elecciones 2024
Elecciones 2024

Estados Unidos está en el camino del pleno empleo, la confianza de los consumidores en aquel país ha subido y las evidencias hablan de una recuperación económica sostenida.

Lo ideal sería que el gobierno de Donald Trump izara esta bandera como un triunfo propio, aunque no lo sea, y moderara sus planes radicales en materias fiscal y comercial.

Los datos que hasta ahora tenemos destacan la creación de 235,000 nuevos empleos durante febrero pasado y anticipan que no habría otra salida más que esperar este miércoles un incremento de la tasa interbancaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) en un cuarto de punto.

Está claro que la política monetaria de dicho país ya cambió, después de tantos años de mantener una tendencia expansionista para influir en el crecimiento, ahora estamos en un tramo en el cual los banqueros centrales buscan la neutralidad.

Lo que temen los mercados es que la velocidad de aumento de las tasas de interés pudiera acelerarse en la medida en que los banqueros centrales, que comanda Janet Yellen, noten que la economía presenta signos de calentamiento.

A diferencia del banco central mexicano, la Fed sí tiene entre sus atribuciones tanto controlar la inflación como procurar el crecimiento. Por lo tanto, sus acciones tienen que ser precisas para mandar las señales correctas.

Al mismo tiempo, la Fed marca de manera indirecta la política monetaria de buena parte de las economías emergentes. Sobra decir que, en el caso de la política monetaria mexicana, está unida por un cordón umbilical.

Así que, con la misma certeza con la que se adelanta un aumento de las tasas en Estados Unidos este miércoles, se anticipa que el 30 de marzo la Junta de Gobierno del Banco de México habrá de responder con un aumento en el rendimiento de la tasa local.

Las presiones cambiarias que hemos visto durante los últimos días, tanto del peso mexicano como de una buena parte de las monedas emergentes, responde a lo que viene con la Fed esta semana. No tanto por el aumento esperado sino por el tono que, se espera, deberá tomar el comunicado de decisión de política monetaria.

Además de vigilar la inflación, el crecimiento y el empleo, ahora deben seguir de cerca las manos de Donald Trump. El plan fiscal que viene puede provocar un despegue vertical del crecimiento, pero con daños colaterales, como la inflación.

La relajación de las regulaciones financieras son un golpe a lo que ha logrado la Fed, el gasto masivo en infraestructura también calienta la economía y las decisiones en materia comercial también pueden encarecer las importaciones y con ello presionar los precios al consumidor.

Desde su autonomía, la Fed debe hablar fuerte y claro sobre los peligros de las políticas del presidente Trump. Pero al mismo tiempo, desde las posibilidades de influir en la integración del Comité de Mercado Abierto de la propia Fed, Trump se puede encolerizar con sus banqueros centrales.

La velocidad de aumento del costo del dinero se juntaría con las presiones desde la Casa Blanca al banco central. Esto tiene cara de gasolina pura para el fuego del nerviosismo financiero.