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En la peor parte del populismo económico de este país se acabó con la industria automotriz mexicana.

Antes de estos días de bonanza que vive la industria automotriz, México ya tuvo un esplendor de esa industria, pero la impericia de la clase gobernante desde la década de los 60 se encargó de dinamitar su éxito.

Es un mal nacional el atacar con regulaciones e impuestos especiales a los sectores triunfadores de este país. Más recientemente la industria de las telecomunicaciones ha sufrido esa barbarie populista.

Pero en el México de los 50 y principio de los 60 se vivía un mercado dinámico de la industria automotriz, marcas como Mercedes Benz o Citroën dejaban ver sus mejores avances tecnológicos por las calles de las ciudades mexicanas.

Pero entonces a los genios gobernantes de la década de los 60 se les ocurrió limitar la venta interna solamente a los automóviles ensamblados en México. Acabaron con la mitad de la oferta automotriz de este mercado.

A partir de ahí en este país todo fue crisis económica, una tras otra. Hasta llegar al fracaso de los 80, cuando de plano se prohibió cualquier lujo automotriz y ni hablar de los motores de ocho cilindros.

Empresas como Renault no soportaron el embate de la crisis y el populismo, y de plano salieron de México.

Los grandes guerreros de la industria automotriz durante esas décadas difíciles fueron Volkswagen, Nissan, Ford, General Motors y Chrysler. Sólo cinco marcas con muy pocos modelos disponibles para un país en crisis.

La apertura económica de principios de los años 90 marcó un cambio radical en el sector automotriz y en otros tantos. Todos los años terribles de la sustitución de importaciones que hicieron del mercado nacional uno de mala calidad y baja oferta dieron paso a lo que hoy hemos visto a la vuelta de más de 20 años.

Hoy no hay cinco, hay 50 marcas automotrices presentes en México, que ofrecen toda una gama de productos inimaginables. Desde subcompactos hasta los deportivos más caros. Utilitarios o autos de pista.

No ha sido un camino fácil, porque la apertura legal del comercio se acompañó de ese componente de la ilegalidad y la informalidad de la importación de los llamados autos chocolate.

A la par de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, vino aquella crisis bancaria mexicana que secó el mercado crediticio y pasaron muchos años antes de que se reabriera esa llave.

Hoy México es reconocido en el mundo por su industria automotriz cada vez mejor encadenada y con cercanía y pase directo al principal mercado del mundo, al tiempo que el mercado interno presenta una mejora sorprendente.

La cancelación del pago de la Tenencia federal, respetada en algunos estados, más las restricciones del hoy no circula y las barreras a la importación de autos usados, han impulsado también la venta de autos nuevos en este país.

Más espectacular que el número de unidades vendidas es la cantidad de créditos automotrices que se colocaron durante el primer bimestre. Más de 130,000 préstamos para la compra de autos es alentador para un mercado al que todavía le quedan algunos meses con tasas de interés lo suficientemente bajas como para incentivar el consumo por esta vía.