Elecciones 2024
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Virtual zar del gobierno contra la pandemia, Hugo López-Gatell tiene la astuta cualidad de argumentar a favor y en contra de sus antitéticos dichos y sigue proyectando sinceridad en todo lo que afirma, lo mismo para desalentar que recomendar el uso de cubrebocas que para intentar justificarse por haber predicho que hace 20 días se “aplanaría” la curva de la pandemia, o para manejar las cifras de contagios y muertes con la gracilidad con que un bailarín del Bolshoi danzaría el mambo de que sí, que no, el macalacachimba.

Por lo mismo, pese a resbalones tan vergonzosos como hacerla de verdugo para descabezar con lógica de cajero el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, traicionar la ciencia con la tontería de que el Presidente solo puede contagiar “fuerza moral” y vender cubos como pelotas y canicas como diamantes, el subsecretario de Salud posee un cierto encanto y goza de simpatía pública. Al menos era mi impresión hasta antier, en que dejó salir algo que me causa escalofrío: una mezcla de misoginia con tufo de racismo cerebral y una mísera educación, al emplear argucias de improvisado y pésimo psiquiatra para descalificar a una mujer.

La senadora Alejandra Reynoso le hizo este planteamiento:

“¿De qué se trata? Es difícil mantener una mentira tan grande y que cuadre en todas sus vertientes, ¿no cree? Esta falta de precisión es lo que genera desconfianza y falta de credibilidad en los mexicanos ante tanta incertidumbre…”.

En vez de rebatir que miente, pero sin perder su pedagógico tono cordial, López-Gatell disparó:“Usted —posiblemente, no lo asumo— tiene poca familiaridad con el Sistema Nacional de Salud. Quizá, seguramente, con la salud en general, dado que su campo de experiencia profesional está en las ciencias de la comunicación y en las relaciones exteriores, según tengo entendido. ¿Por qué lo digo? Esto no está usted para saberlo, pero puede ser de interés común. Existe, en la fisiología humana, una serie de funciones que les llamamos las funciones mentales superiores. Estas incluyen, entre otras, el razonamiento, el pensamiento, la conciencia, las emociones, el lenguaje, la memoria, el aprendizaje y la atención. Y la atención viene al inicio de la lista no solamente porque empieza con a, sino porque del funcionamiento de la atención deriva, a veces, la efectividad del desarrollo de las otras funciones. no estoy diciendo que quien no ponga atención carezca de las otras funciones. Lo que estoy diciendo es que quien, por alguna razón voluntaria o involuntaria prefiere no tener atención a ciertos elementos, quizá se le priva de expresar las otras funciones. ¿Por qué lo digo? Porque veo un reto de comunicación —y aquí usted sí es la experta, no yo cuando nos presentamos a una población con distintas perspectivas y con poco deseo de escuchar—, pero siempre estará presente la esperanza de que deseen beneficiarse de información científica que se genera en el país”.¿Heil, heil, heil…?