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La mirada como reflejo del alma.  

La mirada por centro de atención.

La mirada lo dice todo, dicen.

Quizá si fijamos la vista en la mirada de alguien, o en la nuestra estando frente a un espejo podríamos ver nuestro destino. ¿Estará allí? Tendrá algo que ver con el brillo de los ojos, con la oscuridad, con el abrirlos más o un poco menos.

Rosario Rodríguez Barraza, quien se volviera activista después de que en el 2019 desapareciera su hijo Fernando, fue asesinada hace un par de días y de la manera más ruin e irónica.

Salía de celebrar una misa en honor a Fernando, cuando un comando armado la secuestró frente a su otro hijo, el más chico. Se la llevaron el martes 30, en el día que se alza la voz a nivel internacional el día de las víctimas de desapariciones forzadas, los agresores sabían la fecha y lo hicieron.

A Fernando se lo llevaron hombres armados en un carro blanco, hace dos años, el mismo tiempo en que su madre no descansó en buscarlo, en exigir a las autoridades, a la Fiscalía en Mazatlán y en el que se unió a colectivos de madres que llevan la desesperación en la voz por encontrar a sus hijos o familiares.

Han pasado dos años y a él no lo han encontrado, pero a ella sí; tan solo 24 horas después la encontraron a lado de las vías del tren en el municipio de La Cruz de Elota en Sinaloa.

En la foto que se publicó el día el miércoles en que su nombre volvió a ser nota, y no por ser parte del colectivo Hasta Encontrarles o por el día de las Víctimas de Desaparición Forzada, sino por su muerte, donde aparece con una playera blanca de manga ¾, el cabello relamido y peinado de lado, sosteniendo con sus manos ataviadas de unas uñas color rosado, la fotografía en tamaño carta de su hijo Fernando.

Él en la foto impresa aparece con una ligera sonrisa, una mirada fija, bien peinado y vistiendo una playera deportiva de la marca Puma de color guinda.

Ella con sus labios planos, juntos el uno con el otro, cerrados por completo, pero su mirada profunda, brillosa y llena de tristeza. Es tan fuerte como mira, que te atrapa y te quita la sonrisa. Te sumerge al dolor de una madre y una mujer que aún cansada, no deja de sostener la imagen de su hijo para que todos lo vean y lo vean bien.

Sostener la imagen con la fuerza oculta de la esperanza, porque quizá alguien pueda verlo y reconocerlo. Quizá esté vivo o quizá alguien vio cómo lo mataron, pero al final, con esa información que podrían hacerla descansar y culpar a quien haya que culpar.

La mirada es el reflejo del alma, sí. Rosario la tenía triste y desolada, con una luz de esperanza que la hacía salir a las calles para buscar a Fernando.

Aguerrida y valiente, porque ya la habían amenazado de distintas maneras y todas con violencia, pero esta vez, ni con la supuesta protección que tenía, se la llevaron, la desaparecieron y la dejaron en la calle.

Una foto que sin haberla conocido, me llenó el pensar con su mirada y su tristeza como madre.

La mirada de Rosario - uefzhpevbbe2tcy53om3zydqby-1024x683
Foto: Hasta Encontrarles