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El peor de los escenarios es que la falta de asumir decisiones políticas a tiempo, para contener el contagio de la enfermedad Covid-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2, implique que México se convierta en uno de los países con más casos positivos y más muertes en esta pandemia.

El mejor de los escenarios es que los contagios y las muertes se mantengan dentro de las previsiones gubernamentales y entonces puedan salir el presidente Andrés Manuel López Obrador y sus corifeos a gritar: ya ven, se los dijimos: no pasa nada.

Cierto, el Covid-19 puede ser menos mortal que la influenza estacional, mucho menos que el cáncer y el tabaquismo, pero es una enfermedad sobre la que tenemos poco conocimiento y no tenemos control. Por eso es que hay que privilegiar la salud sobre la actividad económica y mucho más que sobre la popularidad política.

En lo que averiguamos si los “científicos” gubernamentales tienen razón o no, lo que queda claro es que este gobierno no tiene la más remota idea de cómo lidiar con la crisis económica en curso, quizá la más grave en casi un siglo. Porque con esas, sí que tenemos experiencia.

La llamada Cuarta Transformación se basa en un catálogo de ideas de un solo hombre que a lo largo de muchos años ha ido recopilando, con base en sus conocimientos históricos, no en modelos econométricos o por experiencias internacionales.

López Obrador no esconde su idea de que en este México contemporáneo puede funcionar el modelo estatista y cerrado de los años de posguerra. El presidente no se aparta ni una coma de su trazo original y eso le impide ajustarse ante la realidad.

Su plan de gobierno parte de preconcepciones que parten de supuestos equivocados y el presidente no escucha a nadie que no recite como mantra lo que él mismo ha definido como modelo a seguir. Es un hombre que acumula mucho poder y que puede hacer lo que quiera.

Todavía hasta hace algunas semanas, la 4T pudo haber sido un sexenio perdido en sus proyectos inalcanzables, con crecimientos más bajos que los históricos, pero sin daños fatales para el país.

Pero el Covid-19 cambió todo el panorama. Las ideas de López Obrador son hoy para la economía tan dañinas como quien aconseja tomar ibuprofeno para el coronavirus: la receta de un inexperto, de buena fe, pero que acabará por agravar la enfermedad.

Este gobierno tiene mucho poder y lo ejerce. La única manera de evitar que la crisis en México sea más profunda y se perpetúe es encontrar la manera de que la 4T acepte que sus planteamientos económicos van a agravar la recesión.

En lugar de aislar, hay que tratar de acompañar lo más que se pueda al presidente por parte de aquellos que tienen cercanía con él, para que entienda a tiempo que, mentir, destruir la confianza, abandonar fiscalmente a las empresas, insistir en el dispendio de sus obras emblemáticas y estar a punto de regresar al control de precios en la economía son acciones de un daño permanente para el país.

Confiemos en los expertos en salud para esperar que tengan razón. Pero en materia económica, López Obrador se está equivocando de manera contundente.