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Durante muchos años la carga de la culpa por la contaminación atmosférica de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) la cargaron los automóviles.

Tenía mucha lógica que una zona del altiplano, encerrada entre cadenas montañosas, que aumentaba significativamente su parque vehicular, sin que mejorara y se ampliara la infraestructura para su circulación, con la presencia de zonas industriales aledañas a la gran ciudad, tuviera todo eso como el origen de un notable problema de contaminación del aire.

La verificación vehicular tuvo la ventaja de forzar la renovación del parque vehicular de la ciudad, tuvo la desventaja de ampliar los márgenes de corrupción de las autoridades de la metrópoli.

Tuvo también el punto positivo de obligar a muchas industrias instaladas en zonas aledañas a las áreas habitacionales de la ZMVM a mejorar sus procesos para reducir la emisión de contaminantes.

Sin embargo, quien no asumió un verdadero costo para reducir los niveles de contaminación atmosférica de la Ciudad de México y de los municipios conurbados del Estado de México, fueron los gobiernos, en especial el federal y notablemente sus empresas petrolera y eléctrica.

Sí aumentaron el costo de las gasolinas en esta región del país con un impuesto adicional a las gasolinas con fines supuestamente ecológicos, sí tienen beneficios recaudatorios directos por la verificación vehicular, sí tienen beneficios fiscales indirectos por la sustitución del parque vehicular y de paso crearon esa prestación corrupta a los agentes de tránsito de negociar con no llevar al que no circula al corralón.

Y es que ahora que estamos en contingencia sanitaria y que poco más de la mitad del parque vehicular no está en circulación, ahora que la mayor parte de las industrias privadas están en suspensión de actividades, nos encontramos con la novedad de que los niveles de contaminación no bajan.

Al contrario, durante este mes de mayo, casi todos los días los índices de calidad del aire de ozono y de micro partículas menores a 2.5 y a 10 micras han estado en niveles malos y muy malos.

Y no hay autos ni industrias a las cuales culpar, lo que deja, en medio de la densa capa de contaminantes, a los responsables a la vista.

Los expertos han apuntado con total claridad a las operaciones de la refinería de Pemex y a la termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad en Tula, Hidalgo, como importantes emisores de partículas contaminantes que alcanzan la ZMVM.

Pemex, además, no ha cumplido con su obligación legal de producir Diésel UBA (Ultra Bajo Azufre), lo que afecta más la calidad del aire.

Quedaron pues al descubierto que las principales fuentes de contaminación de la ZMVM son estas empresas estatales. Y queda claro que con el interés que tiene la 4T en mantener el uso de combustibles sucios, como el combustóleo, no hay esperanzas de mejorar las condiciones atmosféricas de la enorme zona urbana en la que vivimos.

La severa emergencia sanitaria por la que atraviesa México, junto con el resto del planeta, hace que no le pongamos atención a esta otra emergencia, la ambiental. Pero las evidencias de esta temporada nos permitirán más adelante señalar a los responsables.