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El Paquete Económico del 2021 escaló de la centralización de los recursos públicos, en el desmantelamiento de las instituciones, hacia un poder central absoluto.

Si las firmas calificadoras evaluaran la calidad del gasto, el Paquete Económico que está a punto de salir del Congreso ya habría llevado la calificación crediticia mexicana al nivel de papel basura.

Pero no, la ratificación por parte de Fitch de ese escalón bajo, dentro del grado de inversión de la nota mexicana en “BBB-”, sólo considera que lo que se contempla como ingreso alcance para no provocar un desequilibrio fiscal que dificulte el servicio de la deuda pública. Hay que ver que este nivel ratificado de Fitch es la antesala a perder el grado de inversión, así que tampoco hay margen para hacer fiesta.

Así, al menos para esta firma calificadora, el Paquete Económico en proceso de aprobación será suficiente para que la economía mexicana tenga el 2021 con la estabilidad suficiente para hacer frente a sus compromisos de pago con sus acreedores.

Pero la manera de gastar. Esa es otra historia.

La devastación que ha provocado el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en el ejercicio institucional del gasto va más allá de un estilo centralista de gobernar. Es la destrucción de un país de instituciones para dar paso a la voluntad unipersonal de quien controla la cartera.

El peor ejemplo de cómo se destruyen las estructuras es la desaparición de los fondos y fideicomisos. Pero lo es también la anulación de los esquemas de licitación para privilegiar las asignaciones directas. Y la concentración de tanto poder económico y operativo en las fuerzas armadas.

El Presupuesto de Egresos del 2021, además de insistir en las partidas de gasto para las obras inútiles, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el parche al aeropuerto militar de Santa Lucía, receta un recorte brutal a los presupuestos de las entidades federativas y a organismos autónomos.

Y un golpe estructural brutal que propina la 4T en el presupuesto del 2021 es un recorte de más de 100,000 millones de pesos al poder Judicial.

Muchos de esos recursos que se quitan a tantas instituciones se van al gasto discrecional de los programas asistencialistas del gobierno federal. El regalo del dinero en año electoral.

Esto no es solamente una forma de gobernar. Es la manera de hacer dependientes a amplios sectores de la sociedad de estos recursos discrecionales. Es la manera de garantizar el intercambio de dádivas por apoyos políticos al proyecto de una sola persona.

El Paquete Económico del 2021 escaló de la centralización de los recursos públicos, en el desmantelamiento de las instituciones mexicanas hacia un poder central absoluto. Y alcanzó a todos.

No sólo cineastas y científicos, sino a millones de mexicanos que ven un deterioro en los servicios de salud o de programas de asistencia social, como las guarderías.

El plan es que con esa lluvia de recursos discrecionales que ahora controla el Presidente se mantenga la fidelidad electoral que permita conservar las mayorías afines a la 4T que permitan cavar más tumbas donde enterrar al México de la división de poderes, de niveles de gobierno y de órganos autónomos.