Elecciones 2024
Elecciones 2024

Cada vez son más frecuentes en las páginas de opinión de los diarios las alusiones a la concentración del poder en manos del presidente. Los críticos argumentan que, paso a paso, el mandatario está recomponiendo un sistema presidencialista con tintes autoritarios.

Yo no veo posible un regreso al presidencialismo de los años 70. Pero en todo caso, me parece que todos los políticos buscan hacerse del mayor poder posible. El hecho de que Andrés Manuel López Obrador busque maximizar el poder presidencial no tendría que sorprender a nadie.

Lo que asombra es el éxito con que el presidente parece estarlo logrando. Prácticamente todas sus iniciativas han transitado en el Congreso. El PRI siempre se las ingenia para aportar los votos necesarios. El PAN ha resistido más, pero con frecuencia vota dividido y ha sido incapaz de detener a Morena.

Con mayor o menor debate, todas las designaciones para la SCJN, las fiscalías y los órganos autónomos han sido autorizadas. Tras la crítica del presidente, el titular de la CRE renunció y el de la CNDH optó por no buscar la reelección. Si el presidente está concentrando poder es, en buena medida, porque algunos han preferido hacerse a un lado.

La legitimidad que le dio la victoria electoral juega en favor del presidente. Fox la tuvo al comienzo de su mandato, pero pronto se acomodó al estado de las cosas. Su misión concluyó al sacar al PRI de Los Pinos. Para el presidente López Obrador, la tarea apenas comienza. Su empuje y respaldo popular generan la sensación de que tiene el poder y lo mantendrá por mucho tiempo.

El miedo también juega. Así construyó Salinas su presidencia, aunque en condiciones radicalmente distintas. Ahora, con legitimidad, el presidente ha definido su estrategia contra la descomposición de la clase política. Sin posibilidades de encontrar acomodos en el nuevo gobierno sobre aquellos arreglos, más de uno ha decidido replegarse.

El poder siempre es relativo. Y hoy el presidente tiene mucho: el que le da la Constitución, el que deriva de su olfato político y el que proviene de la debilidad de sus opositores. Andrés Manuel López Obrador llegó a la cancha para jugar contra un equipo incompleto y debilitado.