Elecciones 2024
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Hace una semana me referí a la confrontación de los candidatos en Estados Unidos con los grandes medios de comunicación. Los candidatos anti-establishment —Donald Trump, Ted Cruz y Bernie Sanders— están apostando por esta estrategia. El creciente peso de las redes sociales y demás medios digitales explica en buena medida esta apuesta. Se trata, sin embargo, de un cálculo que tiene sus riesgos, pues los medios tradicionales todavía tienen mucho peso en la formación de la opinión pública.

El estudio más reciente del Pew Research Center (PRC) sobre la campaña presidencial en 2016, muestra que ningún medio por sí mismo domina como fuente informativa. De hecho, casi la mitad de los estadounidenses recurre a cinco o más medios. El estudio indica que 78% de los ciudadanos obtiene información de la televisión, 65% de medios digitales, 44% de la radio y 35% de la prensa escrita. Dentro de las muchas fuentes que usan los ciudadanos, la televisión mantiene el primer lugar.

Además, la gente no valora toda la información por igual. Del total de personas que se enteró de las campañas a través de la televisión por cable, 41% consideró esa información como la más útil de toda la que obtuvo al respecto. Solo 28% de quienes dijeron haber obtenido alguna información por medio de las redes sociales la consideró la de mayor utilidad.

Aun así, es cierto que los medios digitales cada vez juegan un papel más importante en las campañas. Hace cuatro años el PRC calificó como “muy modesto” el papel de Facebook: apenas 6% de las personas se enteraba de las campañas por este medio. Hoy, 35% de la gente usa esta plataforma para informarse. Así de rápido ha sido su crecimiento.

La demografía favorece esta expansión: entre los jóvenes de menos de 33 años (Millennials) Facebook es la principal fuente de información política, con una posición tan dominante como la de la televisión en los mayores de 50 años (Baby Boomers).

El resultado de la apuesta en contra de los medios tradicionales dependerá en gran medida de la capacidad de los candidatos para movilizar a los jóvenes. El problema es que, históricamente, ese sector es el que menos ha participado en las elecciones y, entre el grueso de los electores, los medios tradicionales siguen predominando.