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En la última edición de Sin Fronteras analizamos la posibilidad de una reedición de la crisis de mercados emergentes de 1997 y concluimos que aunque dicha situación es posible, hay factores mitigantes que la hacen menos probable que hace 18 años. No obstante, una fuga de capitales en los mercados emergentes no es el único escenario que amenaza al entorno global.

Durante los últimos seis años, la economía global y los mercados han sido testigos de una gran batalla entre la fragilidad de la recuperación y los masivos estímulos monetarios.

Hasta ahora, el comportamiento de los mercados ha estado parcialmente desasociado de la actividad económica y principalmente impulsado por las grandes olas de liquidez. En este sentido, hemos vivido en un entorno donde los mercados llevan una racha alcista de casi siete años mientras la economía global se ha debatido entre una endeble recuperación, el estancamiento y la recesión.

Actualmente, la batalla en algunos frentes, como en Estados Unidos, ha cambiado a una entre la recuperación económica y el retiro de los estímulos. Sin embargo, la economía global no está bien. Con excepción de Estados Unidos, en el resto del mundo el crecimiento brilla por su ausencia y varias economías se encuentran en plena desaceleración, como China, o en recesión, como Brasil, Japón, Rusia, Canadá y Australia.

Aunque Europa ha dejado, por el momento, de ser una preocupación, el crecimiento de la zona euro es apenas moderado y a todas luces insuficiente para compensar la desaceleración del resto del mundo. Aunque el panorama es poco alentador, vale la pena poner ciertas cosas en perspectiva.

Una recesión en gran parte del mundo emergente es preocupante pero no debería detonar una crisis global como la de 1997-1998 por las razones que analizamos en la última edición de Sin Fronteras. La desaceleración China es preocupante por el efecto dominó sobre algunos socios comerciales de ese país y su potencial impacto a nivel mercado. No obstante, hay ciertas cifras que ayudan a poner en perspectiva esta situación.

De acuerdo con cifras de la revista The Economist, un crecimiento de 5% en China este año —que representa el rango bajo de las expectativas— tendría una mayor contribución al PIB global que 14% que creció China en el 2007.

Aunque el mercado accionario chino viene de una caída estrepitosa y acelerada —cabe mencionar que fue precedida por un alza igual de pronunciada— y la economía está creciendo a un ritmo menor al esperado, China parece estar lejos de una crisis que pudiera convertirse en una amenaza global.

Si la economía china tuviera un mayor traspié, el Banco Popular Chino tiene espacio para implementar estímulos significativos. Como hemos mencionado en este espacio en varias ocasiones, el principal reto de China es la transición de un modelo económico basado en la manufactura de exportaciones y la inversión en infraestructura a uno basado en el consumo doméstico.

En el caso de Estados Unidos, el riesgo de contagio directo por el canal económico parece mínimo. De acuerdo con The Economist, las exportaciones de Estados Unidos hacia China representaron menos de 1% del PIB americano. Aunque el escenario de una crisis global se antoja poco probable, esto no quiere decir que los mercados accionarios no estén vulnerables a un nuevo ajuste.

Después de siete años de tendencia alcista prácticamente ininterrumpida, la desaceleración de la economía global, la normalización de tasas en Estados Unidos y niveles de valuación por arriba de los promedios históricos plantean un escenario mucho menos favorable para los mercados que el de los últimos años.