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En Estados Unidos se aceleró el proceso de designación de la jueza conservadora Amy Coney Barrett a la Suprema Corte, porque los republicanos tienen hoy la mayoría en el Senado y tras las elecciones podrían perder la oportunidad de impulsar una aliada en el máximo organismo judicial.

Al mismo tiempo, la extensión del paquete de estímulos económicos, urgente en medio de los repuntes de la pandemia, va a tener que esperar, porque la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes no le quiere dar un triunfo de último minuto a Donald Trump, unos días antes de las elecciones.

Este tipo de comportamientos suelen ser habituales entre demócratas y republicanos cuando están tan cerca los comicios. Pero también suelen recomponerse las cosas al poco tiempo de que ya pasaron las elecciones y se asimilan los resultados.

Así ha sido, hasta ahora

Los mercados financieros no suelen ser perdedores en un año electoral en Estados Unidos. De hecho, en 23 años electorales en ese país, desde 1928 y hasta el 2016, en 19 ocasiones los mercados han tenido años ganadores.

Esos pocos malos años con pérdidas han coincidido con eventos del tamaño de La Segunda Guerra Mundial o la crisis subprime de este siglo y algunas otras recesiones.

Pero, en general, los estadounidenses que participan en los mercados y en la vida económica en general, suelen tener temores sobre su clase política. Porque, hasta ahora, aquellos que despachan en Washington DC, lo mismo en la Casa Blanca que en el Capitolio, han entendido su papel de facilitadores de una maquinaria que no se rige por la voluntad de un solo hombre o un solo partido.

Claro que en Wall Street les gustan más las políticas de los republicanos, porque siempre han sido más propensos al apapacho de los grandes capitales. Pero los demócratas tampoco han causado destrozos financieros con sus planteamientos más de corte social.

Pero Estados Unidos llega a la elección del 2020 en medio de una pandemia no vista en 100 años y una crisis económica sólo comparable con la Gran Recesión. Pero también llegan a las elecciones del martes con Donald Trump como candidato a la reelección.

Hace cuatro años Trump era un personaje salido de las páginas de espectáculos que se aprovechó de un nicho social no explotado previamente en la política estadounidense.

En cuatro años Trump puso más dinero en la bolsa de los ciudadanos, pero a cambio de ello, devastó las relaciones internacionales de su país y sembró un ambiente de discordia social no visto en décadas en esa nación.

Hoy, los mercados, y el resto de los agentes económicos, quisieran que una vez conocidos los resultados electorales pudieran regresar a la vida regular. Pero no saben qué puede pasar si su hoy Presidente se atreviera a desconocer una derrota.

Puede imponerse el pragmatismo y que el servicio secreto escolte a Donald Trump a un helicóptero que lo expulse de La Casa Blanca, o puede provocar una crisis constitucional que ahonde los problemas existentes.

Hay dudas razonables, pues, de cuándo regresa Estados Unidos a vivir su vida de los business as usual.

Las referencias históricas

  • Los mercados financieros no suelen ser perdedores en un año electoral en Estados Unidos. De hecho, en 23 años electorales en ese país, desde 1928 y hasta el 2016, en 19 ocasiones los mercados han tenido años ganadores.
  • Hoy, los mercados, y el resto de los agentes económicos, quisieran que una vez conocidos los resultados electorales pudieran regresar a la vida regular. Pero no saben qué puede pasar si su hoy Presidente se atreviera a desconocer una derrota.
  • Los estadounidenses que participan en los mercados y en la vida económica en general, suelen tener temores sobre su clase política. Porque, hasta ahora, aquellos que despachan en Washington DC, lo mismo en la Casa Blanca que en el Capitolio, han entendido su papel de facilitadores de una maquinaria que no se rige por la voluntad de un sólo hombre o un sólo partido.