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Seis elementos de la Guardia Nacional fueron detenidos por el asesinato de la señora Jessica Silva, cuyo marido Jaime Torres, herido también de bala, sobrevive. El crimen ocurrió la noche del 8 de septiembre, luego de la protesta de agricultores que expulsaron a la incipiente, deshilvanada y humillada corporación “civil” de la presa La Boquilla. Formados en las policías Militar y/o Naval, no todos los seis accionaron sus armas en aquel episodio. Uno sin duda, quizá dos, y los demás alteraron la escena y desaparecieron casquillos.

La tragedia es otra de las que involucran a las fuerzas armadas en asuntos civiles en distintas partes pero, en la misma Chihuahua, militares continúan implicándose en asuntos penales: Nelly Karla Gabriela Maldonado Favela, agente del Ministerio Público de la Unidad de Investigación de Delitos de Extorsión, lleva este caso: el 23 de septiembre (dos semanas después del caso La Boquilla), también de noche, los agentes de la GN Israel Víctor Caballero Cabrera y Juan Carlos Arroyo Méndez, junto con otros dos por identificar, interceptaron una Ford Lobo pick up  2011 para dizque una “revisión”. Dijeron que tenían una orden de aprehensión pero que, por 400 mil pesos y el vehículo, dejarían en libertad a la víctima y los demás ocupantes. Fueron todos por la factura y los uniformados amagaron con dañar a una cuñada y a la novia. Una hora después los secuestrados fueron abandonados en Mirador y Teófilo Borunda, exigiéndoles 50 mil pesos más; que les daban tres días de plazo y seguirían en comunicación (les habían quitado los celulares). El 26 de septiembre, Juan Carlos recibió 287 mil pesos en el Centro de Convenciones (calle Juana Inés de la Cruz), bajo la vigilancia de su compañero Israel (desde su vehículo oficial)…  y ambos fueron detenidos en ese momento.

El 10 de octubre, Isabella (se encuentra en el IMSS de Nuevo Casas Grandes para su atención médica) denunció que cinco días antes, hacia las dos y media de la tarde, circulaba de Gómez Farías a Zaragoza en su Dodge Avenger 2008. Conducía su novio Levis y tomaban cerveza. “Al llegar al tope, iba circulando adelante de nosotros una troca verde de soldados, mi novio no vio el tope y rebasó por la izquierda. Los soldados nos alcanzaron por la derecha y uno de ellos nos disparó y nos paramos. Mi novio les preguntó por qué nos disparaban, y yo les dije que me habían herido. De ahí me llevaron al hospital de Gómez Farías, y de ahí me trajeron en ambulancia al hospital de Casas Grandes…”.

Militarizar la vida civil nada soluciona. Dice bien el ex comisionado nacional de Seguridad Renato Sales (El Universal de ayer): “Los policías no quieren ser militares y los militares tampoco quieren ser policías. La Guardia Nacional nace herida de muerte. El paradigma militar es destruir al enemigo, combatirlo. El policial es proteger al ciudadano y capturar conforme al debido proceso a un delincuente, presentarlo ante las autoridades y respetar los derechos humanos…”