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En la reunión que encabezó López Obrador con los padres de Los 43, el fiscal especial Omar Gómez Trejo se mostró confiado en que el ex director de la Agencia de Investigación Criminal Tomás Zerón de Lucio diga “cómo, por qué y para qué” distorsionó las investigaciones.

Sí, Chucha.

Habilitado para el cargo por haber sido “secretario técnico” del corrosivo y sectario Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes y suponiendo sin conceder esa distorsión, ignora que todo inculpado tiene derecho a guardar silencio.

La insidiosa persecución contra el ex policía clave de la extinta PGR fue incubada por el GIEI pretextando la irregular pero providencial diligencia del 28 de octubre de 2014 en el río San Juan, donde el delincuente apodado El Chereje reveló dónde había escondido la bolsa con miles de huesos calcinados y triturados de los normalistas que fueron asesinados en el basurero de Cocula (no la vació en la corriente por temor a los muertos y lo contenido en otras siete bolsas llevadas por sus compinches fue arrojado en el torrente).

Tramposo, el fiscal omitió que en esa ocasión él estuvo presente como achichincle, a la sazón, del entonces representante de la Oficina en México del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

Fue testigo, pues, del rescate que Zerón hizo a la luz del día, ante decenas de reporteros, peritos y policías, lo cual formal y legalmente lo inhabilita para el cargo. Ya que no tuvo la iniciativa ni la calidad moral de excusarse, su situación está prevista en la ley para ser excluido del caso.

Y peor: el que se haga guaje tiene consecuencias jurídicas indeseables para el caso Iguala, para el caso particular de Zerón (debido proceso, imparcialidad de las autoridades, presunción de inocencia…) y para el propio Gómez Trejo, por las responsabilidades administrativas y hasta penales que su deshonesto papel puede acarrearle.

Comentó que tiene la instrucción de “dar resultados en el menor tiempo posible y levantar una lápida que sepultaba a una investigación. Esto lo logramos y al día de hoy tenemos una investigación limpia, con nuevas líneas…”.

Sin aportar elementos para soportar su dicho, enfatizó que trabaja en “la revelación de ese ocultamiento”.

La judicialización “de los responsables empieza a romper ese pacto de silencio…”, dijo. Aseguró que el hallazgo del hueso con que se identificó a Christian Rodríguez Telumbre “nos confirmó que la versión del río y del basurero fueron (sic) una invención para callar (sic) las voces” de los deudos.

¿Y por qué del río y el muladar son los huesos de Alexander Mora y Jhosivani Guerrero? En epidemia de conspiraciones, el fiscal inventa que “el señor Tomás ‘N’ no actuó solo”, sino con “un grupo de policías federales ministeriales, funcionarios de otras dependencias y ministerios públicos de la Seido”: complot de una bola de pendejos que “fue dejando huellas en diversas averiguaciones previas de su ilícito actuar…”