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Hoy termina el peor trimestre de la historia económica reciente de este país y el que empieza mañana ayudará a conformar uno de los peores años en materia del comportamiento del Producto Interno Bruto en prácticamente 90 años.

Las cifras de lo que ahora pasa con la economía mexicana quedarán para la historia, pero la difícil situación por la que hoy mismo pasan millones de mexicanos hace imposible que se puedan tomar en serio las palabras del presidente de que ya estamos empezando la recuperación.

Ya tiene tiempo que los mercados no toman en serio ese discurso divorciado de la realidad. Sólo ponen atención cuando llegan las malas noticias, pero esos mensajes del vamos requetebién, no tienen eco entre muchos agentes económicos.

El resultado del Indicador Global de la Actividad Económica de abril pasado, de una caída en términos anuales de 19.7% es un tercio de lo que veremos con este trimestre de paro de actividades por la pandemia.

Y ahora que inicia la reapertura y que muchos negocios ya no levanten la cortina, ahí es donde habrá que adjudicar esas pérdidas de inversiones y empleos a la falta de un plan de contingencia del gobierno federal.

Es ingenuo, por decir lo menos, pensar que todo volverá a la normalidad en forma de “V” a partir de mañana, como quiere presentarlo López Obrador.

Si los que le entienden a estos temas, que son cercanos al presidente, le hablan con la verdad, le habrán explicado que la destrucción del empleo y el desmantelamiento de muchos negocios no será algo fácil de volver a encadenar.

Si hay la idea que tras una caída de 20% se puede presumir un rebote de, digamos, 5% como un triunfo, hay algo que no está bien en el mensaje. Porque detrás de ese uso malintencionado de las estadísticas, habrá millones de personas que verán que la presidencia de la República está conforme con el statu quo.

Negar la recesión, negar que la economía mexicana carece de los motores suficientes para recuperarse lo más pronto posible, negar que el desempleo constituye un problema social grave es negligente cuando es la postura gubernamental.

Si fuera un asunto de buena fe, ya habríamos domado la pandemia y la economía no caería, pero despegarse de la realidad es un problema que supera a los optimistas.

Que no quede duda, la economía mexicana está en recesión. El año pasado el Producto Interno Bruto fue negativo y sin pandemia. El primer trimestre de este año ya presentó una caída importante, el segundo trimestre, que hoy termina, será histórico por el tamaño del derrumbe.

Y el segundo semestre del 2020 estará lejos de alcanzar una recuperación que pueda paliar lo que hoy estamos padeciendo, muchos en carne propia.

Cada vez es más amplia la cantidad de personas que ven con claridad esa división entre el discurso de la 4T y la realidad. Pero los que siguen atrapados en esa burbuja de la transformación y creen con fe ciega en esas homilías, son los que buscarán a los responsables fuera de los círculos gubernamentales, lo que añade una presión a la estabilidad social de este país.