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En lo que fue casi una repetición de lo observado en el 2014, la economía de Estados Unidos continuó con su gradual recuperación. Después de un primer trimestre de crecimiento negativo, influido otra vez por factores climáticos extraordinarios, la economía estadounidense se aceleró considerablemente en la mitad del año, experimentando su fase de crecimiento más robusta y prolongada de la era poscrisis.

Gracias a esta fuerte recuperación, la cifra de crecimiento del año completo será cercana a 2.5%, lo cual de nuevo fue inferior a la expectativa de 3% que se tenía a principios del año pero superior a 2.4% registrado en el 2014.

No obstante, la considerable aceleración de la economía americana durante los últimos tres trimestres —donde se observó un crecimiento promedio estimado superior a 3.5%—, la continua recuperación en los niveles de creación de empleo y una mejoría en la confianza del consumidor confirman que la economía estadounidense debería continuar su trayectoria de aceleración en este 2016.

Dentro de los factores que deben contribuir a la aceleración del crecimiento destacan los siguientes: i) la fuerte recuperación en la creación de empleo; ii) la gradual recuperación de los salarios reales y iii) la reducción en los precios de los alimentos y la gasolina que en conjunto han contribuido y seguirán contribuyendo a la recuperación del consumo.

Adicionalmente, la economía de Estados Unidos sigue beneficiándose de una importante recuperación en el sector inmobiliario y v) la mejoría en el panorama fiscal.

El principal motor de esta economía ha sido siempre el consumo y lo que está sucediendo en el mercado laboral está contribuyendo a que la confianza del consumidor se encuentre en su nivel más alto desde el 2008. Aunque el crecimiento de los salarios en términos reales está por debajo de lo observado en otros ciclos de recuperación, la realidad es que la masa salarial ha venido creciendo por arriba de 3% anual en términos reales.

Sin embargo, también es importante identificar ciertos factores de riesgo que podrían tener un impacto negativo en el crecimiento.

El primero y más evidente es la fuertísima apreciación del dólar frente a prácticamente todas las monedas del mundo y sobretodo de los principales socios comerciales de Estados Unidos. Aunque esta apreciación, aunada al desplome en el precio de las materias primas ha contribuido de manera importante a mantener la inflación en mínimos históricos, la fortaleza del dólar le está restando competitividad al sector exportador de Estados Unidos.

La combinación de un dólar fuerte y una economía global en creciente riesgo de desaceleración actúan como un freno a las exportaciones, que aunque ya se han debilitado, podrían hacerlo más durante el 2016; sin embargo, la mayoría de los expertos anticipa que el dólar no se apreciará mucho más frente al euro y al yen, aunque podría continuar apreciándose frente a las monedas emergentes.

El segundo factor que podría afectar el crecimiento de manera negativa es una política monetaria más restrictiva después de años de expansión monetaria y tasas en 0 por ciento. Sin embargo, en el escenario base, la economía estadounidense debería crecer cerca de 3.0% en el 2016.

Lo más probable es que —tomando en cuenta la fuerte volatilidad en los mercados financieros globales—, con el creciente riesgo de una crisis mayor en los mercados emergentes y la excesiva apreciación del dólar, la Fed suba las tasas a un ritmo sumamente gradual.

En un mundo lleno de incertidumbre, la economía americana sigue siendo el buque insignia y los riesgos principales vienen en la forma de posibles choques externos. Hasta ahora, el riesgo de contagio para Estados Unidos parece acotado.