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Con la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) haciendo verano, hay un poco menos de presiones monetarias para que otros bancos centrales del tipo del Banco de México se preocupen por reaccionar a las decisiones de allá.

Esto no implica que el banco central mexicano esté en una actitud de vacaciones. Al contrario, hay tantas presiones locales que la decisión de política monetaria que asuma esta semana la Junta de Gobierno de Banxico será importante.

Hay pocas expectativas de que se pudiera elevar la tasa de interés de referencia mexicana, sobre todo porque ya acumula 100 puntos base de aumento desde febrero a la fecha y si bien se mantienen las presiones inflacionarias derivadas de la depreciación cambiaria, también hay la conciencia del efecto que el dinero caro tiene en el crecimiento.

No está entre las obligaciones del Banco de México procurar el crecimiento económico, como sí lo tienen en su mandato otros bancos centrales, como el caso de la Fed. Pero tampoco están peleados al interior de esa institución con el sentido común.

Sirva como referencia el pleito que se aventó Agustín Carstens, en sus tiempos de secretario de Hacienda, con Guillermo Ortiz, cuando fue gobernador del Banco de México, por el alto costo del dinero y el lastre que esto implicó para el crecimiento económico por ahí de mediados del sexenio de Felipe Calderón.

Habrá, eso sí, que agradecer a Ortiz que su ortodoxia permitió regresar la inflación desde niveles de dos dígitos hasta inflaciones ligeramente superiores a 4% cuando dejó el banco.

La actual Junta de Gobierno tiene perfectamente claro el valor que implica para la economía mexicana mantener a raya la inflación y parecerían tener claro que en estos tiempos es un reto mantener así las cosas por factores externos, pero también asuntos meramente internos.

Así que la expectativa es que esta semana no suba la tasa de interés de referencia del banco central; podría tener otro incremento a la par de que lo haga la Fed, en eso van las apuestas.

Pero lo que sí debemos esperar es un lenguaje claro de qué es lo que Banxico ve como lastres.

Evidentemente que habrá referencias al Brexit, a Estados Unidos, China o Japón. A todo aquello que desde el exterior amenace la estabilidad financiera local. Pero lo más importante es ver si hay señalamientos directos, menos eufemísticos, sobre la condición financiera local.

Los pronósticos de crecimiento se han deteriorado, algunos ya están por debajo de 2% para este año, la ligera reducción del déficit público es cortesía del propio Banco de México y sus remanentes, la deuda aumenta y el gasto no ha tenido la reducción deseable para convencer al mercado de que se recupera el camino de la disciplina.

Banxico recibe el reto de generar una expectativa de inflaciones bajas a pesar de dos gasolinazos fuertes, seguidos del aumento en las tarifas de la luz. Así que si la precaria condición económica no da para subir el costo del dinero, debería ser suficiente para que eleven la voz y exijan a la autoridad fiscal que aprieten un poco más lo que a ellos toca.

Sobre todo porque dentro exactamente de un mes habrán de presentar la propuesta de Paquete Económico para el 2017 y ahí se tiene que notar el compromiso con recuperar la salud macroeconómica que no han sabido cuidar.

Esta semana decide Banxico. Llegó la hora de hablar fuerte - val_int_banxico_090816
Foto de El Economista