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A los pies del Air Force One, una oficial del gobierno chino gritaba a la asesora en seguridad nacional del gobierno de Estados Unidos, Susan Rice, que ése era su país y que ése era su aeropuerto.

El incidente presentado por China como un problema de falta de comunicación incluyó la salida del presidente de Estados Unidos por la puerta trasera de su avión ante la ausencia de una escalera, con todo y alfombra roja, dispuesta para su uso.

Mal entendido o no, el gobierno de Xi Jinping le dejó claro que en ese encuentro entre los líderes de las 20 economías más influyentes del mundo, ellos mandan.

La agenda del encuentro de Hangzhou fue claramente económica, tal como China lo cabildeó, a diferencia del encuentro anterior en Turquía, cuando la preocupación central era el combate al terrorismo.

Es evidente que una de las preocupaciones mundiales más importantes en materia económica es la condición de China y su aletargamiento tras décadas de crecer dos dígitos.

Lo que ocurre es que si alguien ha tenido una revolución tras otra en materia económica es China, que ha pasado de tener fronteras cerradas a la maquila, la manufactura, la innovación y al crecimiento del mercado interno en muy pocas generaciones.

Pero China lo hace a su modo. Habla de libertades económicas al tiempo que declara un sitio en la ciudad sede donde los empleados fueron obligados a tomar vacaciones para no mostrar ese caos tan propio de las ciudades chinas en este siglo.

Xi Jinping pide poner freno al proteccionismo y respetar la libre competencia económica, cuando si alguna característica se le conoce a China es la competencia torcida por los mercados. De hecho, uno de los acuerdos concretos logrados en esta cumbre del Grupo de los 20 fue limitar las exportaciones de acero chino que son colocadas a precios por debajo de los niveles de producción.

Desde el gobierno central del gigante asiático también se hace una defensa del combate a la corrupción, lo que también es visto como mensaje de altos niveles de cinismo.

Pero dentro del descaro de defender el comercio abierto y el combate a la corrupción, hay una realidad de enfrentar una ola de proteccionismo comercial y de nacionalismos que avanzan con fuerza.

No hay duda de que los temas son vigentes y preocupantes, pero lo nuevo es que venga el llamado de atención desde China. Eligieron su primera cumbre del G-20 para lanzar un discurso que cambió y que atiende a la realidad de un mundo que tiene brotes de neoproteccionismo y una pandemia de corrupción.

La realidad es que la cumbre del G-20 en China terminó como todas las demás: con una larga lista de buenos deseos y muy poco en concreto. Sin embargo, si China realmente puede encarrilarse en un comercio justo, tiene el poder de cambiar mucho de las reglas del juego.

Lo hacen al estilo chino, con todo y el desplante al presidente de Estados Unidos, pero también lo hacen en momentos en que las dos economías sajonas más importantes tienen generaciones de políticos con ganas de encerrarse en sus propios espacios.

¿Es China líder anticorrupción y antiproteccionismo? - val_int_china_060916