La evolución de las políticas monetarias anticipa esto con mucha claridad, independientemente de lo que ocurra con otros escenarios imponderables, como la evolución de la guerra tras la invasión rusa a Ucrania
Pocas voces deja el presidente Andrés Manuel López Obrador salir de su espacio propagandístico de las mañaneras. Una de ellas es la de Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda.
Esta pequeña independencia verbal del titular de las finanzas públicas debería aprovecharla para ganarle al régimen que representa algún grado de credibilidad en el terreno económico financiero, que supere el mundo de los otros datos.
Es un hecho que los agentes económicos que tienen interés y conocimiento de los datos económicos ya no escuchan lo que dice López Obrador. Se da por descontado que su ejercicio es propagandístico y dirigido a sus seguidores, no un acto informativo para todos los ciudadanos.
Entonces, el secretario Ramírez de la O debería tomar esa oportunidad y con información asertiva generar algo de confianza en esos sectores cruciales para el desempeño económico-financiero del país.
Desde que inició este régimen las estimaciones de crecimiento del mercado y del gobierno han vivido en los externos. Desafortunadamente, las visiones más negativas han estado más apegadas al resultado final que las visiones optimistas de Hacienda. Y ni hablar de la visión presidencial sobre el crecimiento.
Así había sido hasta el año pasado que las previsiones negativas del mercado fueron rebasadas por un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 3.1%, que estuvo más cercano a la visión de la Secretaría de Hacienda.
Ese era el momento para reconciliar la postura de Hacienda con el mercado. Pero no, tan pronto como inició el año, Ramírez de la O prefirió cargarse otra vez al terreno de los otros datos y hace apenas tres semanas dijo: “… en el 2023, salvo una gran recesión mundial, nos estemos ubicando por arriba de nuestro rango que es 3 por ciento”.
No tardó mucho el Banco de México en actualizar su estimación sobre el comportamiento del PIB para este año, que fue a la baja de su estimación central de 1.8 a 1.6 por ciento. Y por el estilo el resto de las estimaciones de analistas internos y externos.
El propio Ramírez de la O se autocorrigió la plana y ahora apunta a un crecimiento de 2.6%, durante el primer trimestre, según trató de explicar el funcionario. Pero anticipa que con la presentación de los Precriterios económicos para el 2024, vendrá una nueva estimación del crecimiento para este y el siguiente año. Una corrección a la baja.
Se ha diluido la posibilidad de una recesión global, sobre todo con epicentro en Estados Unidos. Sin embargo, el escenario central que prevalece es el de un crecimiento más lento hacia el cierre del año, con tasas que podrían rozar el cero crecimiento.
La evolución de las políticas monetarias anticipa esto con mucha claridad, independientemente de lo que ocurra con otros escenarios imponderables, como la evolución de la guerra tras la invasión rusa a Ucrania.
En el espacio de propaganda matutina del Presidente habrán de llegar los mensajes de una fantasía económica que sólo podrán creer los fieles a López Obrador. Si el secretario de Hacienda tiene la ventaja de tener espacio para expresarse sin tener al Presidente respirándole en la espalda, debería aprovechar ese espacio para reconciliar a la autoridad fiscal con los mercados.