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No hay duda de que las transferencias que hacen millones de mexicanos que viven en el exterior, sobre todo en Estados Unidos, son los dólares mejor repartidos de la economía mexicana.

Pero tampoco hay duda de que es un fracaso como país que todos esos mexicanos hayan tenido que abandonar a sus familias para buscar un ingreso digno y sólo mandar dinero y perderse de todo lo demás que da vivir con los suyos.

No puede un gobierno considerar que el envío de remesas junto con los programas asistencialistas del Bienestar son la esencia de su estrategia para combatir la crisis económica que vive el país.

No, las remesas no son una estrategia, son una consecuencia de esa desafortunada división de las familias por la falta de oportunidades en este país durante tantas décadas.

Además, bien haría el gobierno federal en poner atención a los diferentes reportes que hablan de la posibilidad de que los grupos de la delincuencia organizada utilicen estos envíos pulverizados y bien disfrazados para lavar dinero producto de sus actividades criminales.

La propia agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA, apuntó en su Evaluación Nacional de Amenaza de Drogas 2020 que las remesas son un instrumento de lavado de dinero.

Un estudio de Mexicanos Contra la Corrupción señala que no hay coincidencia entre los datos de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares del Inegi y las cifras récord de envío de remesas a nuestro país, llegan más dólares por remesas de los que gastan las familias.

No vaya a ser que ese logro de gobierno de la 4T de recibir el año pasado 40,600 millones de dólares en envíos de remesas y los 48,000 millones de dólares esperados para este año no sean otra cosa que un repunte por operaciones del crimen organizado.

Por lo demás, ayer se dio vuelo el mundo de los otros datos en el mensaje presidencial. Ahora resulta que deberán llevar al gobierno de López Obrador al libro de los récords Guinness por sus logros. Pero todas sus marcas tienen sus bemoles.

Dice el Presidente que es un récord histórico que el peso no se ha “devaluado”. La primera depreciación cambiaria la provocó con su decisión de cancelar el Aeropuerto de Texcoco. Después, el tipo de cambio se fue hasta 25 pesos por dólar y regresó a 20 básicamente por la política monetaria laxa de Estados Unidos.

El récord de la bolsa de valores, como llama el Presidente al nivel alcanzado por el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores, además de ser la referencia más fifí, conservadora y neoliberal, tiene que cotejarse con el desempeño bursátil de Nueva York no con las políticas públicas de la 4T.

El récord de las reservas del Banco de México es un chiste macabro cuando están viendo la manera de quitarle al banco central los Derechos Especiales de Giro que permitieron conseguir esa marca.

No hay récord con el “no endeudamiento” porque sí ha subido la deuda y ojalá que el récord del aumento al salario mínimo no se lo coman las presiones inflacionarias actuales.