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Ya sabemos que cuando al presidente Andrés Manuel López Obrador se le mete una idea en la cabeza no importa si no tiene lógica económica. Y si el planteamiento está alejado del sentido común, evidentemente que ese es problema del sentido común.

Con esa forma de proceder se canceló la construcción de un aeropuerto funcional y cercano a su clientela y con un avance de 40%, como el Aeropuerto de Texcoco, para dar paso a un lejano e incomunicado parche a un aeródromo militar donde no hay vialidades, pero sí hay cerros y mamuts.

En esa lógica parece que tomó el Presidente el consejo dado por el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, sobre los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI) que fueron asumidos por López Obrador como si hubiera un préstamo de 12,000 millones de dólares esperando para ver cómo se lo gastan.

El planteamiento inicial sigue siendo válido los DEG no son recursos disponibles en alguna divisa, como el dólar de Estados Unidos. También tiene toda la validez decir que el Banco de México tiene mecanismos para vender una cantidad similar de dólares al gobierno federal a cambio de la emisión de deuda por un monto equivalente en pesos.

Es legítima la pregunta si vale la pena en estos momentos pagar deuda en dólares, que parece que mantendrá la estabilidad por largo tiempo y a tasas de interés bajas, con pesos mexicanos que hoy enfrentan la decisión de política monetaria de elevar los réditos.

Los vencimientos de deuda externa del gobierno federal parecen cómodos por ahora y no habría urgencia en hacer esa conversión.

Pero es ahí cuando aparece el nombre de esa empresa petrolera que es la más endeudada del mundo: Petróleos Mexicanos (Pemex).

Pemex, que ya perdió el grado de inversión de las principales firmas calificadoras, tiene compromisos de amortización de su deuda denominada en divisas, principalmente en dólares, por 36,500 millones de dólares en lo que resta del gobierno de López Obrador.

Tan sólo este y el próximo año debe hacer frente a pagos por 22,000 millones de dólares. Así que aquellos 12,200 millones equivalentes de los DEG, que el presidente ve como un préstamo para su gobierno, le caen como anillo al dedo para pagar las deudas de la petrolera sin afectar más las partidas de gasto del próximo año.

Hay titubeos en la SHCP respecto a la incorporación de los DEG al Paquete Económico del 2022. Lo cierto es que la decisión es usarlos para amortizar la deuda que implique mayores tasas de interés y es ahí donde los pasivos de Pemex cumplen con ese perfil.

Sólo hay que cuidar que el gobierno federal lo haga de una forma legal, con respeto a las atribuciones del Banxico y si esa conversión de deuda, o el esquema que inventen, acaba amortizando las finanzas de esa petrolera que parece barril sin fondo.

De la pulcritud de las operaciones político-financieras que haga la 4T con el Banxico dependerá la recepción que tenga el mercado de esas operaciones.

Si el canje es ordenado, legal, a mejores tasas de interés, incluso si se contabiliza un monto mayor de deuda pública, pero Pemex consigue un poco de oxígeno, puede haber una buena recepción en los mercados.

Cualquier arbitrariedad o mal cálculo, puede tener el efecto contrario.