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Querer usar el tipo de cambio como una medida de éxito gubernamental no es algo que se pueda ubicar en estos tiempos del lado de la razón, sino más bien del lado de las creencias y las obsesiones.

Hay algo de mala suerte en eso de que, después de muchas semanas de estabilidad cambiaria, justo en la semana en la que el Presidente dice que México es una potencia económica, que su modelo económico funciona y la muestra es que el peso se ha apreciado, justo en esa semana, el peso se depreció de 19.80 a 20.40 pesos por dólar.

¿Se dio cuenta el mercado que la 4T no camina y entonces castigó al país con una depreciación? La verdad es que no.

La paridad cambiaria se mueve básicamente por factores externos que tienen mucho más que ver con lo que pasa en la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) que en las conferencias mañaneras de Palacio Nacional.

El banco central estadounidense parece apuntar hacia la normalización de su política monetaria tras asumir medidas extremadamente laxas y eso mueve al dólar hacia arriba y entre la lista de las víctimas está el peso mexicano, junto con una larga lista de divisas.

Y esto es apenas la expectativa de un cambio en la política monetaria estadounidense.

Va a depender de la velocidad de ajuste de la Fed, del acompañamiento que hagan otros bancos centrales, como el Banco de México, de si se trata de una normalización con un aterrizaje suave o forzoso por altas tasas de inflación.

Pero es un hecho que los dólares a 19.80 no son una decisión del gobierno del presidente López Obrador.

Y realmente nadie quiere ver que la 4T pudiera definir cuánto cuesta un dólar. Es simplemente impensable regresar a cualquier tipo de control de cambios en el país.

No es tema del gobierno, afortunadamente. Pero tampoco era tema el uso de las reservas internacionales del Banco de México para un fin diferente al que tienen. Y ahora ya vimos que el Presidente quiere usar los activos de reserva para prepagar deuda pública.

Y si ya vimos que una trampa legislativa está a punto de ampliar el mandato del ministro presidente de la Suprema Corte, aunque lo rechace Arturo Zaldívar el proceso sigue, no hay que descuidar que haya algún atajo legaloide que le diera acceso a la 4T a ese tipo de decisiones cambiarias.

Ha habido obsesiones caras e incomprensibles, como cancelar el Aeropuerto de Texcoco, pero aferrarse a una paridad cambiaria, en caso de que los mercados lleven a la relación peso dólar muy por arriba de los niveles actuales, tendría consecuencias muy costosas y duraderas para la economía mexicana.

Afortunadamente ahí está el antecedente de los precios de las gasolinas. Aparecía también como una obsesión gubernamental que las gasolinas fueran baratas.

Empezó el gobierno actual con la Magna en 19 pesos y ya va en 22 pesos por litro y se ha dejado al mercado en libertad. Sólo cambió la atención hacia otros temas porque realmente los altibajos de los precios de los energéticos tampoco son su responsabilidad.

Mercado, fija el precio
Factores externos

La paridad cambiaria se mueve básicamente por factores externos que tienen mucho más que ver con lo que pasa en la Reserva Federal de Estados Unidos.

Sin control

Los dólares a 19.80 no son una decisión del gobierno del presidente López Obrador.

La Fed

La Fed parece ir hacia la normalización de su política monetaria y eso fortalece al dólar y entre la lista de las víctimas está el peso mexicano.

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