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La primera señal de que todo ese numerito que montó el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional no es más que burda propaganda la dio la paridad peso-dólar.

Si fuera creíble esa intentona de generar tal nivel de destrucción a la Constitución, a estas alturas estaríamos ante un pánico financiero de pronóstico reservado.

Pero no, el peso tuvo un fortalecimiento frente al dólar durante las horas posteriores al espectáculo electoral del Presidente porque la atención está en otro lado, básicamente en los pasos a seguir de la Reserva Federal de Estados Unidos.

López Obrador ha tenido más de cinco años para demostrar que entre sus incapacidades está la de hacer acuerdos políticos para que transiten sus iniciativas legislativas. Sólo en aquella de extender la presencia del Ejército en las calles logró que el PRI lo apoyara, porque en ese momento le pudo hacer manita de puerco a Alito Moreno a través de su sicaria política campechana, Sansores.

Pero más allá de eso, el primer impulso de cambios legales terminó rápidamente durante su primer año de gobierno.

Ahora, eso no significa que durante los siguientes 236 días que le quedan de Presidente no tenga el poder de hacer muchos estragos más.

Por eso, tras conocer el paquetazo de cambios constitucionales que pretende López Obrador se vuelve importante conocer las opiniones de algunos personajes clave de la vida política nacional.

Se debe descontar todo el ruido que hacen los legisladores afines al obradorato porque esos claramente están ahí para decir que sí a cualquier cosa que les mande el Presidente, los medios de comunicación afines también son una vergüenza pública con este tema y su gabinete claramente está ahí como apéndice presidencial.

Los titulares de muchas de las dependencias públicas deberían ser expertos en las materias que dirigen, pero claramente sabemos que este gobierno es 90% lealtad al Presidente y 10% de experiencia y conocimientos.

Sin embargo, dentro de su primer círculo de colaboradores hay que poner atención a lo que pudiera decir el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, básicamente porque él maneja las finanzas del país.

Con un conocimiento básico de matemáticas es más que suficiente para entender que no alcanza para sostener la contrarreforma en materia de pensiones que pretende López Obrador.

Por eso, sería terrible escuchar al titular de las finanzas públicas del país dar su aval a una barbaridad financiera como la que pretende el Presidente. Eso sí movería los niveles de confianza en los mercados.

Otros que tienen que hablar con claridad son los dirigentes y legisladores de la oposición, en especial los frágiles priistas, para dejar en claro que, efectivamente, López Obrador no tiene los votos necesarios para esta destrucción masiva del entramado legal del país.

Y una voz crucial es la de la corcholata del Presidente, porque ella sería la prestanombres de la implementación del nuevo programa de gobierno de López Obrador. Su eventual aval a esta veintena de cambios a la Constitución implicaría la aceptación de su papel en una reedición del Maximato.

Por el contrario, batear de forma política las barbaridades de su mentor le garantizaría, en caso de ganar las elecciones, cierto margen de maniobra sin provocar una crisis económico-financiera profunda.