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Más allá de que no sería mala idea hacer una auditoría a la calidad y confiablidad de algunas estadísticas y encuestas, como la de Ocupación y Empleo o la de Seguridad Pública Urbana, vale la pena leer bien los datos disponibles.

Esto para que no nos salgan con mágicas reducciones en la percepción de inseguridad en la Ciudad de México o con aquel cuento mañanero de que “ya casi podemos decir que hay pleno empleo en México. Somos de los tres países del mundo con menos desempleo”, como dijo López Obrador.

Claro, el Presidente dice lo que sea y no le importa si está totalmente desapegado de la realidad, como aquella del viernes pasado sobre la refinería de Dos Bocas: construida en poco tiempo y con poco presupuesto.

Pero se pone peor la cosa cuando hay “datos duros” que aparentemente lo avalan.

En el caso del empleo, los datos del Inegi permiten a los propagandistas anunciar que la desocupación nacional cierra el 2023 en mínimo histórico y eso da cuerda en Palacio para anunciar el pleno empleo en México.

No. La realidad laboral en México parte de un hecho central, 53.6% de la fuerza de trabajo en este país tiene una actividad económica en la informalidad, sin prestaciones ni contratos.

Ciertamente la informalidad tuvo una baja muy importante durante el 2023. Sin embargo, ese tipo de empleo no regulado se mantiene como mayoritario en la economía mexicana.

Con ese simple dato de la informalidad se anula cualquier comparación que se pretenda hacer a nivel mundial como para presumir ser el tercer país con menos desempleo.

Hay otros datos de la calidad del empleo en México que vale la pena considerar antes de lanzar titulares más dignos de una campaña electoral.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, más allá de la selección de la muestra, cuestiona si una persona mayor de 15 años tiene o busca trabajo y si laboró más de una hora a la semana, porque con eso bastaría para considerarlo empleado.

Cierto es que la tasa de desempleo promedio que registró el Inegi al cierre del año pasado de 2.8% de la Población Económicamente Activa es la más baja en casi 20 años, pero las necesidades de ocupación de la población mexicana son más profundas.

Es mucho mejor indicador de la condición laboral en México la tasa de subocupación, que considera a las personas que tuvieron alguna actividad laboral, pero que están dispuestas y en búsqueda de una ocupación adicional. Ese indicador se ubicó en 7.8% de la PEA y ahí sí ya no hay mínimos históricos.

Y cuando se mide el desempleo extendido, que considera a los desempleados, más la población con potencial de trabajar y los no económicamente activos con disponibilidad para trabajar, la tasa se va hasta 10.4% de la PEA.

Por supuesto que hay una mejora en el mercado laboral en comparación con los años de la pandemia, es evidente que la resiliencia del sector privado ha permitido extender la oferta de puestos de trabajo.

El 2023 fue un año de una notable expansión económica y por lo tanto de mayor creación de puestos de trabajo. Pero claramente no fue por incentivos gubernamentales o por un impulso productivo y sostenido del gasto público.