Elecciones 2024
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Si nos atenemos a sus propios dichos, a Andrés Manuel López Obrador le quedan dos años, 11 meses y 26 días como Presidente de México. Son 1,092 días, ya menos de la mitad del total de su mandato, pero es tiempo suficiente para que radicalice su agenda de desmantelamiento de lo construido.

La política de gobierno de la 4T ha sido aventar la retroexcavadora sobre lo construido e improvisar una obra negra sobre esas ruinas. El mejor ejemplo es literal y muy visible: destruyó el Aeropuerto de Texcoco para parchar la terminal militar de Santa Lucía que, ya lo veremos, quedará por debajo de cualquier expectativa.

El sector energético ha sido otra de las obsesiones del actual gobierno y el método es el mismo, el presidente López Obrador aventó el bulldozer sobre la reforma energética, tanto en el sector petrolero como eléctrico. Sólo que inicialmente lo hizo dando mazazos a las instituciones autónomas que regulaban el sector para apropiárselas y hacer valer la única voluntad posible en este gobierno, la suya.

Después, con decretos y reformas a leyes secundarias intentó devastar los pilares de una reforma constitucional, pero no logró tirar la estructura. Por lo que ahora quiere dinamitar los pilares y muros de carga de la reforma energética del sexenio pasado para derrumbar todo un sector con todo y las inversiones privadas, nacionales y extranjeras, que ya se han hecho.

Es muy importante que los diputados y senadores que abiertamente no están a las órdenes del Presidente, y que son suficientes para impedir una mayoría calificada de legisladores obedientes, entiendan que la contrarreforma constitucional en el sector eléctrico que ahora pretende López Obrador no beneficia al mercado mexicano y sólo se alimenta de la idea presidencial de reconstruir un México que ya quedó en el pasado.

La exposición de motivos del Presidente se basa en el hecho, falso, de que un mercado de precios de la energía eléctrica controlados por una empresa estatal es sostenible en un país que no es autosuficiente en las materias primas necesarias para generar esa electricidad.

Va en sentido contrario de una tendencia mundial, que es algo más que una moda, de privilegiar la generación eléctrica por vías más limpias como el aire o el sol. Incluso, elevado al nivel de urgencia global ante los efectos más que evidentes del cambio climático.

Además de ser una contrarreforma que va en sentido contrario de los acuerdos comerciales que México tiene firmados. Sobre todo, con Estados Unidos, país del que dependen casi 90% de las exportaciones.

Vamos, para no seguir entre las ramas, los primeros que deben tomar conciencia del daño que pueden provocar al país echando para atrás una reforma que ellos mismos promovieron son los priistas.

Es conocido el “método negociador” de la 4T, de la mano de la UIF y la FGR, pero el daño que puede infringir al país la contrarreforma eléctrica, y después la pretendida reforma electoral, puede alcanzar a varias generaciones.

No hay razones coherentes, bien estudiadas y con buenas perspectivas en esta contrarreforma eléctrica que ahora está en manos de los partidos de oposición. Ojalá lo puedan ver, todos y a tiempo.

Contra el sector energético
Instituciones

Al inicio se dieron mazazos a las instituciones autónomas que regulaban el sector energético para hacer valer la voluntad del Presidente.

Decretos

Después, con decretos y reformas a leyes secundarias intentó devastar los pilares de una reforma constitucional, pero no logró tirar la estructura.

Pilares

Ahora quiere dinamitar los pilares y muros de carga de la reforma energética del sexenio pasado para derrumbar todo un sector.