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La respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador al documento del Departamento de Energía del gobierno de Estados Unidos, donde se advierten los graves daños que provocará la contrarreforma energética al medio ambiente es acusar a esta oficina pública estadounidense de defender intereses económicos. Es falso y suena metálico le dice el Presidente de México al gobierno de Joe Biden.

Y en la antesala del encuentro global más importante de los últimos tiempos, cuando literalmente el mundo tiene una última oportunidad de tomar acciones radicales contra el cambio climático, la respuesta de la 4T es enviar una carta a La Casa Blanca donde el Presidente “fija postura” con respecto al calentamiento global.

No debería haber otro tema en las mañaneras presidenciales que delinear los compromisos de México en esta lucha mundial que se habrá de refrendar a partir de este domingo en Glasgow, Escocia, con el inicio de la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26).

Pero no, de los pocos asuntos internacionales que atiende el Presidente el que le importa es el compendio de dichos de las mañaneras que habrá de exponer en la tribuna del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en Nueva York, dentro de dos semanas.

El grave problema del calentamiento del planeta no está entre las prioridades de esta administración. Sí hay un equipo de funcionarios mexicanos que atenderán la COP26, pero políticamente no se acompaña de la visión de López Obrador como un tema central, por lo tanto, la atención es marginal.

Y más cuando la contrarreforma energética, que sí es una prioridad ideológica, es que las compañías del Estado usen los combustibles fósiles como elemento principal para sus actividades industriales.

Construir una refinería en los pantanos de Tabasco y entorpecer las inversiones privadas en energías limpias son dos hechos de este gobierno que dan sustento a lo que reclama el Laboratorio Nacional de Energía Renovable del Departamento de Energía de Estados Unidos: las emisiones de carbono de México aumentarían de 26%, que ya es mucho, a 65% con la contrarreforma energética.

Es cierto, y así lo presumen en este gobierno, hasta ahora hay un silencio casi total del gobierno de Estados Unidos ante la barbaridad legislativa que pretenden y que puede convertirse en una pesadilla económica y ambiental si es que pasa la contrarreforma.

Este documento tímido del gobierno estadounidense es un primer acercamiento de aquel país a este peligroso planteamiento presidencial en México.

Llega en esta coyuntura de la reunión más importante del mundo, la COP26. Es sutil, pero es ya un estudio oficial del gobierno de Estados Unidos.

Es un hecho que los compromisos que se pudieran alcanzar en la COP26, ojalá, serán una presión adicional para el gobierno mexicano que no podrá sustentar lo que dicen las cartas presidenciales cuando sus planes constitucionales para el sector energético son excluyentes, contrarios a los acuerdos comerciales internacionales, ineficientes y sucios.

Entre las metas de la COP26 y los tiempos legislativos para discutir la contrarreforma energética seguro que se tendrán que elevar más voces internacionales y poderosas en contra de esas medidas anacrónicas.