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¿Por qué se puede desatar una fuga de capitales de México si tiene éxito la contrarreforma al sector eléctrico?

La primera respuesta es obvia si se consideran las multimillonarias inversiones que las empresas privadas han llevado a cabo en infraestructura eléctrica para surtir los mercados de suministro y autoconsumo y que tendrían que rematar sus equipos como fierro viejo.

También es natural que los tenedores de deuda o de acciones de las empresas que creyeron en la reforma energética corran a deshacerse de esos papeles que se devaluarían ante la expectativa del regreso del monopolio eléctrico de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Muchos capitales pensarían dos veces sus inversiones en México cuando calcularan la disponibilidad de energía eléctrica para instalar un complejo industrial o proveer un servicio. Sería definitivamente un punto en contra al momento de evaluar los costos de oportunidad.

En la medida en que los gobiernos de las economías más importantes del planeta, destacadamente Estados Unidos, se vuelvan más intolerantes con los efectos del cambio climático y sean más severos con aquellos que no se alineen con las políticas de energías limpias, México empezaría a recibir represalias comerciales que definitivamente alejarían más a los capitales.

Habrá costos financieros adicionales para el gobierno mexicano cuando el monto de los subsidios que tenga que destinar para mantener el suministro de su empresa de electricidad aumenten ante la previsible pérdida de competitividad que tendrá la CFE con esta reedición del monopolio del siglo pasado.

Pero el daño más grave y permanente para México no será solamente en el sector eléctrico, sino en todo el ecosistema económico del país. Se perderá la confianza del valor que puedan tener las leyes ante las ocurrencias de cada Presidente que llegue al poder.

Si transita la contrarreforma constitucional de Andrés Manuel López Obrador, con los votos de aquellos mismos que votaron a favor de la reforma original, quedará claro que México regresó a los viejos tiempos de la reinvención sexenal.

Un bandazo de este tamaño será la puerta para que la siguiente ocurrencia alcance al sector petrolero y después a cualquier otra actividad económica o financiera del país. Y lo peor será cuando llegue una administración con ideas diferentes a las actuales y vuelva a cambiar todo al estatus actual de apertura y participación de los capitales.

Nadie se atrevería a reinvertir en México cuando en un futuro se reestableciera la apertura a los mercados, porque siempre quedaría la certeza de que podría pasar sólo un sexenio antes del siguiente bandazo.

Esa es la certeza que se juega el país. Sobre todo, cuando la reforma energética sí funciona, cuando el camino adecuado es el de las energías limpias y no el carbón y el combustóleo del plan de López Obrador. Cuando queda la certeza que todo el cambio propuesto es por la idea personalísima de un solo hombre.

Es prácticamente un hecho que todas esas consecuencias negativas habrán de suceder si se da ese mal paso hacia las ocurrencias constitucionales de inspiración mesiánica. Y lo paradójico del caso es que todas esas desgracias sucederán cuando López Obrador ya no esté en el poder.

Bandazos sexenales
Reforma funciona

La reforma energética sí funciona, el camino adecuado es el de las energías limpias y no el carbón y el combustóleo que pretende AMLO.

Reapertura

Nadie se atrevería a reinvertir en México cuando en un futuro (en otro sexenio) se reestableciera la apertura a los mercado.

Paradoja

Lo paradójico del caso es que todas las desgracias relativas a esta contrarreforma sucederán cuando López Obrador ya no esté en el poder.