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Cierre de semana con datos económicos importantes. El más lucidor para el discurso oficial, que ahora se envalentona con su pronóstico de crecimiento económico para este año a niveles de 3%, será el dato definitivo del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del 2022 que conoceremos mañana.

Seguro que este dato que publicará el Inegi no habrá de cambiar tanto como para comprobar que el dinamismo de la economía en la parte final del año pasado permitió alcanzar ese 3% de expansión, con el que se pudo ya superar la caída provocada por el freno económico derivado de la pandemia de Covid-19.

Todavía le faltará ese último jalón para recuperarse del todo de la recesión con la que se estrenó este gobierno en el 2019 y así poder calcular si el régimen de López Obrador dejará algún crecimiento acumulado en el sexenio.

Dentro de los datos del desempeño económico, puede resultar interesante ver el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de diciembre pasado. Si bien el PIB del cuarto trimestre incluye, por supuesto, el resultado de diciembre siempre resulta interesante ver desagregado el último mes del año.

Por ahora, los datos del desempeño de la economía no están en el centro de las preocupaciones. Los pronósticos apuntan a que cualquier deterioro, incluso a niveles de una posible recesión ligera, se habrán de presentar hacia finales del año.

Así que la información más importante a seguir se publicó la mañana de este jueves con el Índice Nacional de Precios al Consumidor correspondiente a la primera quincena de febrero.

Las presiones en los precios sí que son un tema, sobre todo porque la inflación subyacente no ha logrado ese punto de inflexión que anticipe un futuro relajamiento de la política monetaria.

Y porque, en términos sociales, la inflación de los alimentos, y de algunos productos básicos, se mantiene con tasas de crecimiento de dos dígitos.

Falta más de un mes para la siguiente reunión de decisión de política monetaria de la Junta de Gobierno del Banco de México, eso da margen a conocer éste y otros dos resultados quincenales de la inflación, pero las expectativas mueven los mercados.

Además, la fortaleza que ha tenido el peso frente al dólar hace de la paridad un indicador más a seguir, independientemente de que se tenga alguna relación con ese mercado financiero.

Algo que no quieren ver desde las esferas del poder es que no estamos en un momento de fortaleza del peso, sino más bien de debilidad del dólar.

Eso significa que son factores externos los que influyen en ese comportamiento y que pueden cambiar rápidamente sin posibilidades de intervenir en ese proceso.

Lo que eventualmente sí puede afectar de manera particular a la moneda mexicana y provocar turbulencia financiera interna es algún cambio en la relación de los rendimientos gubernamentales o la interrupción de los flujos de inversión al mercado mexicano.

Así es como cerramos la semana con las noticias del crecimiento económico para presumir, pero con la preocupación de que la inflación mantiene presiones que no se logran disipar, sobre todo en los alimentos.