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¿Cuál puede ser el gran logro económico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador?

En lo que a alguien se le ocurre alguno, al régimen se le antoja promocionar como propios los logros ajenos y los presenta como las evidencias de su propio éxito.

¡Vaya tuit de la corcholata presidencial, Claudia Sheinbaum! Tesla en México, “un logro más del presidente López Obrador”. De ese tamaño el descaro de mostrar como una supuesta victoria algo que pudo haber sido un drama económico para el país.

Tesla y muchas otras inversiones extranjeras están en México a pesar de la autollamada Cuarta Transformación y gracias a que México negoció desde principios de los años 90 una serie de acuerdos de libre comercio, con énfasis en el de América del Norte.

Cuando López Obrador quiere hacer un recuento de sus “éxitos” económicos, tiene dos salidas, mostrar como propios resultados ajenos, o bien, dar verdades a medias con la manipulación estadística, como lo hacían los más tecnócratas de los conservadores que tanto aborrece.

Su indicador financiero favorito es la paridad del peso frente al dólar. López Obrador ha hecho de la moneda un símbolo nacional, como lo hicieron los populismos de los 70, y se ha adjudicado la paternidad de su fortaleza, cuando son factores básicamente externos los que explican su posición actual.

De la mano del peso, el régimen enarbola las remesas que envían los mexicanos en el extranjero, básicamente desde Estados Unidos, como otra evidencia de su exitosa transformación.

En estos últimos años otra vez aumentó el número de mexicanos que se tienen que ir a trabajar al extranjero. Además, detrás el éxito de las remesas está el resultado positivo de la economía de Estados Unidos y la forma como no abandonaron a sus habitantes durante la pandemia.

Y, de paso, los dólares extra que tienen que enviar los connacionales porque justamente ya no alcanzan como antes con un peso tan fuerte.

¿En qué ha facilitado este régimen la vida de los expulsados económicos del país? En nada. Al contrario, sigue el maltrato de las autoridades y del crimen organizado cuando deciden regresar a su tierra.

No hay, pues, uno solo de los proyectos económicos de este régimen que haya resultado con algún grado de éxito. Este régimen debió crear confianza para los inversionistas y aplicar un gasto público social y en infraestructura exitosos que encadenaran el crecimiento. Ninguno de los dos principios se ha cumplido.

Los proyectos emblemáticos de gasto público pintan para el fracaso. El aeropuerto de Zumpango tiene que ser ocupado por la vía de la extorsión; la refinería de Tabasco costará más del doble y hoy aceptan que el futuro está en la movilidad eléctrica, y el Tren Maya vivirá del subsidio y el ecocidio.

Ni una sola bandera propia en el terreno económico que alzar en el año cinco de gobierno.

Y cuando se ven los resultados de su emblema principal de gobierno, de combatir la corrupción, hay mucho menos. Por eso, y de manera más burda, han hecho propio el resultado de un juicio en las cortes estadounidenses en contra del ex funcionario y narcotraficante Genaro García Luna.

¿Ya tiene alguien la respuesta a cuál es el gran logro económico de este régimen?