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Dentro de una semana, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador quiera presumir el mejor dato de crecimiento de todo su sexenio, le va a suceder lo mismo que a Pedro y el Lobo, tantas veces ha dicho de manera falsa que la economía va requetebién, que ahora que finalmente llega un dato verdadero y positivo, sonará a la propaganda de siempre.

A su clientela política no le va a sorprender nada el dato que debe dar a conocer el Inegi el próximo martes cuando publique la estimación oportuna del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del 2023, porque dirán que es uno más de los datos maravillosos que la economía le debe al Presidente.

Los malquerientes le recordarán su promesa de tener a estas alturas tasas de crecimiento de 6%, no de 3% como aparentemente reportará el Inegi.

Lo cierto es que estamos en la antesala del mejor dato económico de todo el régimen de López Obrador, aunque eso sí, será un dato único y excepcional en este sexenio.

El 2023 fue para México un año calcado de la economía de Estados Unidos: un crecimiento superior al esperado, con una inflación que se ha resistido a regresar a los niveles esperados, en un ambiente de una política monetaria restrictiva y con una desaceleración en curso.

Esa muy buena fotografía económica del próximo martes va a recibir algunos matices tan pronto como esta misma semana. Mañana mismo conoceremos el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de noviembre y las cifras preliminares ya nos adelantaban una desaceleración notable durante el último trimestre del año pasado.

Si no falla la página del Inegi mañana desde muy temprano tendremos esos datos del desempeño económico, así como la inflación de la primera quincena de este mes que nos dejen ver el tamaño de la cuesta de enero.

Para los expertos, para los que tienen que tomar decisiones con base en la información disponible, el IGAE de noviembre y el PIB adelantado del 2023 son datos históricos, porque ya habrán notado el impacto de la desaceleración en curso en otros indicadores de oferta y demanda.

Y un dato que será determinante para los que realmente siguen el comportamiento de la economía llegará de Estados Unidos con el primer dato disponible del PIB de aquel país. Las expectativas es que muestre una clara desaceleración al cierre del 2023.

Pero para un político en campaña presidencial podemos esperar que toda la próxima semana la referencia al crecimiento económico del año pasado se sume a la lista de evidencias de López Obrador de, supuestamente, lo bien que lo hace su gobierno.

Ahí estará su tradicional catálogo de “la moneda más fuerte del mundo”, de “un crecimiento que no tiene ni Estados Unidos”, aquello de “estamos en niveles de pleno empleo” y está como para apostar que volverá a salir la frase de campaña de que estamos requetebién.

Si se confirma una tasa de crecimiento de 3% el año pasado y con las expectativas de poder crecer este año en torno a 2%, el PIB podría sumar un crecimiento promedio alrededor de 1% durante los seis años de López Obrador, una referencia que, por supuesto, no vamos a escuchar en las conferencias de Palacio.