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No está nada mal que durante las últimas semanas el tema de las presiones inflacionarias ya no sea un asunto de primer interés en nuestro país.

Después del susto en abril pasado cuando el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) superó 6% anual, poco a poco han disminuido las presiones, sin que todavía se pueda marcar un claro regreso hacia los niveles que dice aceptar el Banco de México.

Pero el hecho de no tener presente las presiones inflacionarias como tema de conversación cotidiana ayuda a que no se generen presiones adicionales en los precios, por aquello de las profecías autocumplidas.

De hecho, no han dejado de subir los precios de los energéticos, que son un determinante en la formación de precios, pero ayuda que alguna parte de la población le compra el discurso al Presidente sobre la imaginaria estabilidad en los precios de las gasolinas que según repite constantemente en las mañanas, no suben más allá de la inflación.

Y aunque los precios controlados del gas LP suben semanalmente más que la inflación, muchos viven enamorados de la propaganda del Gas Bienestar y no elevan sus quejas por los altos costos de este energético.

Este jueves el Inegi dará a conocer la lectura del comportamiento de los precios durante la primera quincena de septiembre.

La expectativa del mercado es que el incremento del índice general y algunos subíndices podría ser superior a lo que vimos durante la primera parte del verano, pero no lo suficiente como para disparar al INPC por arriba de 6% de nueva cuenta.

Es un hecho que la pandemia ha trastocado el comportamiento de muchos precios y si bien hay algunas mercancías que aceleraron sus incrementos durante el tiempo de confinamiento, hay por el contrario muchos servicios que se estancaron en sus precios como mecanismo de defensa en contra de su desaparición.

Una de las mayores interrogantes es qué podrá suceder con las colegiaturas de las escuelas privadas.

Tradicionalmente septiembre es un mes que tiene un incremento coyuntural en la inflación por ese incremento anual en las colegiaturas. Estos servicios son, de hecho, considerados dentro del indicador de la inflación no subyacente por ese comportamiento estacional.

Pero muchas de las escuelas que lograron sobrevivir a la pandemia lo hicieron a través de retener a los padres de familia con descuentos en los pagos mensuales, en el entendido de los ahorros que supuestamente implicaba para los colegios la educación a distancia.

Es debatible qué tanto realmente se pudieron ahorrar estos negocios educativos, porque además de mantener la platilla de profesores tuvieron que invertir en tecnología.

Como sea, ahora con el regreso presencial muchos colegios no sólo suspendieron esos descuentos, sino que se animaron a aplicar incrementos en las colegiaturas y algunas en porcentajes superiores a la inflación registrada.

Estos servicios educativos, como tantos otros negocios del sector terciario, sufrieron un castigo severo con la pandemia y no pueden arriesgar su limitada demanda con aumentos de precios. Pero muchas veces en esos ajustes le va la viabilidad futura del negocio.

En fin, ojalá que la inflación de la primera quincena de septiembre logre confirmar una tendencia a la baja y mantener un bajo perfil en la discusión pública, porque eso ayuda a la estabilidad.

Tradicionalmente septiembre es un mes que tiene un incremento coyuntural en la inflación por el alza anual en las colegiaturas. Estos servicios son considerados dentro del indicador de la inflación no subyacente por ese comportamiento estacional.