No se puede generar empatía cuando no se arruga la camisa, no se puede generar cercanía cuando no te bajas del auto para ver de cerca y escuchar de tú a tú
La empatía es una habilidad básica de la inteligencia emocional, que cualquier líder debería de tener como principal motivador para acercarse a la gente, en especial a la suya.
Ser empático no solo es sonreír con el otro, aunque no le parezca gracioso el chiste o incluso si tiene que seguirle la corriente a quien usted no le entiende nada.
La empatía es tener la capacidad de ponerse en los zapatos del otro, que no es lo mismo, que “fingir” que le entiende. Es bajarse de estatura, si es necesario para acercarse a la mirada de quién le está mirando y al sonido de su voz, de quien le está hablando.
En el caso de los políticos, es eso que han ido perdiendo conforme ha pasado el tiempo y ha sido razón suficiente para que los ciudadanos generemos un hartazgo genuino que nos ha vuelto sumamente desconfiados y repulsivos.
La política no solo son discursos y mítines, sino uno montón de reglas y lineamientos por cumplir, es cansancio y estrategia. También es ir con tu discurso, aunque todo vaya contracorriente, porque la gente a tu alrededor sabe que la conquista no será fácil pero siempre hay una manera de llegar.
Dentro de todos los conceptos que usted tiene sobre la política, y los que yo le pueda platicar sobre la importancia del manejo de la imagen verbal y la no verbal, vamos construyendo una descripción más amplia y atinada.
La política también atrae diferencias, porque de eso se trata una democracia, una de las máximas evoluciones como sociedades a las que hemos llegado.
Entonces también se vale opinar distinto y buscar a un candidato con el que mejor nos reconozcamos y nos podamos sentir seguros en materia de seguridad, salud y economía, principalmente.
Pero bueno, eso siempre cambia con el tiempo. La relación del ciudadano con el político, siempre tiene un periodo de conquista, de relación y de final, es una realidad.
El presidente Andrés Manuel López Obrador es otro ejemplo, que quien llega a la Silla Presidencial comienza a ser juzgado de diferente manera y sobre todo la manera en que es observado por la gente allá afuera.
Él ha querido romper la dinámica ordinaria de quien gobierna desde el más alto lugar en el poder, y sobre todo ha distorsionado el respeto a la investidura.
Entre ello, la consideración ante el ciudadano herido, olvidado, necesitado y en situación de emergencia como la gente en Tabasco.
Van más de 238 mil damnificados en Chiapas, Tabasco y Veracruz por el paso del huracán ETA. Zonas inundadas que han intensificado las acciones de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina quienes han entregado ayuda humanitaria y miles de insumos a los afectados.
Los tiempos de inmediatez en materia de visibilidad, a los que nos enfrentamos diariamente deberían de estar siendo utilizados por los equipos de comunicación de todos los políticos a su favor.
Los ciudadanos exigen acciones, acciones y más acciones, mientras que los políticos continúan seleccionando qué sí compartir y qué no, pudiendo compartir cada una de sus tareas en pro de su gente.
Con esto no estoy diciendo que se suba por subir y se comparta por compartir, al contrario, los mensajes pueden ser seleccionados con detalle y meticulosidad.
Por ejemplo, esta imagen compartida por el equipo de la Presidencia a los medios de comunicación, donde el presidente realizó un recorrido por las zonas más afectadas de la comunidad de Tepetitán, en Macuspana.
Como en sus viajes previos a las zonas afectadas, donde se le ve en un helicóptero y ahora aquí arriba de un jeep saludando como si estuviera en campaña o en pleno desfile conmemorativo, olvidando a los damnificados y a quienes tienen que caminar por esa agua sucia, pudiéndoles traer distintas enfermedades.
El presidente decidió no bajarse, no mojarse, no ensuciarse, escudándose una vez más, con el pasado, con el que no le corresponde y no le concierne.
“¿Cómo voy a venir aquí para tomarme una foto?” , es lo que todos nos cuestionamos al verlo allí con una sonrisa, con su mano levantada saludando a la gente, como si con ese ademán desaparecieran los problemas.
No son tiempos de campaña, pero pareciera que quienes habitan y conforman el equipo en Palacio Nacional se quedaron suspendidos en el tiempo, sin discernir que lo que la gente necesita ahora son acciones y no promesas.
No se puede generar empatía cuando no se arruga la camisa, no se puede generar cercanía cuando no te bajas del auto para ver de cerca y escuchar de tú a tú.
No se puede ofrecer ayuda sin extender la mano, no se puede reconocer en el otro sin si quiera se le ve a los ojos, y tampoco se puede acudir a una zona de desastre sin palpar el dolor y el miedo de la gente.
Para su mala suerte, las imágenes por parte del Ejército mexicano caminando en las zonas más afectadas ayudando a la gente a salvar lo poco que les queda o pudieron rescatar de sus hogares, lo deja en evidencia.
No se trata de juzgar, se trata de hacerles ver que no se puede pedir lo que no se da, que si generan división, rencor, odio y antipatía.
Con todo el respeto a la investidura del Presidente de mi país, esperaría que no mostrara rechazo a quien sufre y mucho menos, odio a quien no opine y piense como usted.
La antipatía, como las mentiras y la corrupción, también cansan a la ciudadanía y esta imagen es una pieza que simplifica que el lenguaje no verbal también desenmascara la falta de empatía de quien cree que, por salir a pasear, se pone en los zapatos del otro.