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Bien haría Alejandro Rojas en encomendarse a algún santón del olimpo populista, porque, para expulsarlo de Morena, Polevnsky escogió al Tomás de Torquemada de ese partido, Héctor Díaz-Polanco: uno de los ideólogos más férreos del populismo latinoamericano.

Rojas es senador suplente de Ricardo Monreal y llenó el cántaro a la presidenta de Morena, con el agua de sus señalamientos por contraponerse a sus designios y favoritismos, como el nombramiento de Miguel Barbosa a la candidatura a gobernador en Puebla.

Así que Polevnsky le inició un procedimiento para echarlo por “transgresiones” y encargó el juicio a Díaz-Polanco, presidente de la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena, además de enlace con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.

Rojas deberá afinar bien su defensa, la cual ha basado en que el juicio sea público, porque de lo contrario “sería desastroso para la transparencia y la democracia interna”. Pero tendrá que afinarla bien porque Díaz-Polanco es un militante dogmático allí donde los haya.

Ideólogo duro, a rajatabla, Díaz-Polanco declaró en un video que difundió la cadena oficial del gobierno de Maduro, Telesur:

“Digámoslo directo, queremos integrar a México en la revolución bolivariana, ampliar esa revolución. El papel de Morena en el gobierno de México es el de integrarse con los países de América Latina que están haciendo los cambios como Venezuela, consolidar los cambios y profundizarlos”.

Con vocación de juez, es de los más determinados defensores de las elecciones en las que Maduro usurpó la presidencia al competir sin opositores ni permitir vigilancia internacional, lo cual provocó que más de 50 países consideren que carece de legitimidad para ocupar el cargo.

Según Díaz-Polanco, “el Sistema Electoral Venezolano ha sido evaluado en muchas etapas históricas y ha sido sometido a diversas auditorías tremendas. Antes de las votaciones, el Sistema Electoral recibió 12 auditorías y después de la elección se llevó a cabo una más”.

Ese es el hombre que decidirá el futuro en Morena del senador suplente de Ricardo Monreal, en un pleito cuyo trasfondo es el enfrentamiento histórico de Polevnsky con el jefe de su bancada en el Senado, por la proverbial personalidad política propia e independiente de Monreal.

Incluso, Polevnsky ha quitado importancia como militante a Alejandro Rojas al asegurar que “es solo un trabajador de Monreal, no es parte de Morena”. Sin embargo, Rojas es Consejero de Morena. O sea, es parte de la cúpula del partido.

Y, en tal calidad, considera que “Morena debe ser el máximo garante de la libertad de expresión en México y no el principal sancionador y represor de la conciencia crítica de nosotros los militantes”. Un tiro directo a la línea de flotación de Polevnsky.

Por eso la jefa del partido se lo tomó personal.